8.Nos despertamos con el sonido del teléfono

Nos despertamos con el sonido del teléfono. Era Emily.

-Si, si, ya casi estamos, danos 10 minutos.

Desperté a Sergio con suavidad.

-Vamos dormilón, tenemos diez minutos para aparecer abajo. Hay que darse prisa.

Para ahorrar tiempo nos duchamos juntos aunque yo pensaba que no era una buena idea, la ducha no apaciguaba el deseo.

-Vamos, Sergio, estate quieto, Emily espera y es tardísimo.

Conseguimos llegar a penas cinco minutos tarde, Emily esperaba dando golpecitos en la mesa con los dedos.

-Buenos días. Pensé que no veníais, estoy hambrienta.

Después de desayunar salimos en coche y llegamos al Admirals Arch, el día era magnífico, el sol lucía en lo alto y un buen grupo de leones marinos nos recibía con sus gritos.

-Dios mío, aquí ya estuve antes, lo recuerdo.

Emily sonreía encantada. Después de hacernos varios selfies con las típicas poses,  volvimos al coche rumbo a las Remarkables rocks. Al verlas de lejos mi corazón dio un brinco. Abracé a Emily.

-¡Gracias! Contigo recordar es como colorear para un niño, algo fácil. ¡Son preciosas!

Sergio estaba maravillado, en la isla se podían ver tantas cosas diferentes en tan poco espacio de tiempo que la sensación era difícil de expresar con palabras.

-Gracias chicas, es impresionante, son magníficas, no encuentro palabras para describir lo que siento.

-¡Vamos a hacernos una foto juntos!

Emily le tendía la cámara a un japonés mientras le decía algo. Nos mandó hacer varias poses y nos colocó delante de diferentes rocas. Debía ser fotógrafo profesional. Cuando nos las enseñó para preguntarnos qué nos parecían, no pudimos hacer otra cosa que abrazarnos a él, eran espectaculares, los colores, la luz, el encuadre. El hombre se quedó alucinado pero se dejó hacer. Nos despedimos con un par de besos y le dimos de nuevo las gracias.

Cuando llegamos a Seal Bay no tuvimos que esperar a penas, en seguida vino nuestro guía a acercarnos a la playa. Al ver a los leones marinos me emocioné y Sergio también.

-Dios mío, esto no podré olvidarlo nunca.

El guía nos pidió la cámara y nos hizo una foto a los tres juntos abrazados como si fuésemos uno, los leones al fondo. Una pequeña familia pasó muy cerca de nosotros, uno era todavía muy pequeño y tenía una mirada tan tierna que parecía imposible pensar que alguien pudiera matarlos sólo por su piel. Aquí, por suerte, estaban protegidos.

El día había sido agotador. Demasiadas emociones en muy poco tiempo. Cenamos pronto y nos despedimos, al día siguiente habría que levantarse temprano. En cuanto nuestros cuerpos tocaron la cama el sueño se apoderó de ellos. Dormimos plácidamente y esta vez nos despertamos solos. Desayunamos con Emily y fuimos a ver el Little Sahara, las dunas de arena blanca que estaban impresionantes. Visitamos una granja de miel, otra de lavanda, comimos en una pequeña casa y nos acercamos a Kingscote a ver los pelícanos, llegamos con tiempo, cogimos sitio sentándonos en unas rocas, y poco a poco se fue llenando de gente y de pelícanos, uno de ellos casi se come a Sergio al aterrizar, el pobre se llevó un buen susto mientras Emily y yo nos reíamos sin parar. Emily, que lo había visto venir inmortalizó el momento con su cámara. De vuelta al hotel nos quedamos en unas pequeñas mesas que había fuera, en medio de los barracones, y charlando, charlando se hizo de noche. Escuchamos ruidos de animales y fue Emily la que me avisó del pequeño possum que estaba justo encima de mi cabeza, en una rama baja de un árbol. El balance del viaje, como siempre había sido más que positivo.

-Después de todo me iré de Australia con la sensación de haberla disfrutado.

Al día siguiente en el ferry fuimos acompañados por varios delfines que nos regalaron su compañía y nos dejaron disfrutar con sus saltos.

-Emily, gracias por todo lo que has hecho y estás haciendo por mi. Este viaje me ha ayudado a recordar, a mirar con otros ojos, a reconocerme un poco más. En ningún momento he estado mal ni he sentido miedo o angustia por no conocer. Creo que las almas que han estado en contacto alguna vez, siempre se reconocerán y nunca se sentirán solas o desconocidas. Ha sido espectacular, no podría habérmelo pasado tan bien de no ser por ti.

Nos abrazamos y Sergio se alejó de nosotras para darnos intimidad en nuestro sentimiento, poco tiempo íbamos a tener ya para disfrutar juntas. El regreso a España era inminente.

 

2 comentarios sobre “8.Nos despertamos con el sonido del teléfono

  1. Un placer leerte Talara y seguir tu relato interesante, que hoy me ha gustado mucko por la trama que me tiene enganchada y por el contacto con la naturaleza y los animales que adoro y disfruto siempre que puedo , esperando ya el siguiente amiga jijjji bonito finde Talara !!! Y un beso enorme 😘😘😘

    1. ¡¡¡Gracias, Xelo!!! ¡¡¡Encantada de que te guste la historia!!! ¡¡¡Gracias por tu fidelidad!!! ¡¡¡Besiños!!!

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