Mi querido amigo:
He sido afortunada. Hoy quiero recordar contigo mis años de adolescencia, en los que tuve la suerte de poder disfrutar de mi pandilla de verano.
Vivía en una pequeña ciudad costera de Galicia, que todos los veranos recibía con los brazos abiertos a personas que venían de otras ciudades españolas a pasar el mes de vacaciones. La playa era nuestro punto de reunión, la casa con jardín de una amiga de la familia nuestro punto de encuentro, lloviera o hiciera sol allí estábamos jugando a policías y ladrones, al clavo, a verdad o consecuencia, al escondite, a tirarnos de cabeza al mar desde la muralla cuando la marea estaba alta, a inventarnos canciones, a bailar y a sonreírle a la vida. Siempre haciendo miles de cosas divertidas. Descubriendo las primeras sensaciones de pertenencia a un grupo, de lo que significa una profunda amistad, de lo que se siente cuando alguien al que quieres roza tu mano con la suya, de mariposas en el estómago, de ponerse colorado, de traiciones, de dolor y de cariño, de mucho cariño.
Años de descubrir personas, canciones, fotografías, estampas que quedaron grabadas en el alma de aquellos que convivimos en aquellos maravillosos años.
Sigo siendo afortunada porque ahora, puedo recordarlo contigo.
Recibe mi abrazo. Cuídate.