12.Siempre hay alguien que te está mirando

«Siempre hay alguien que te está mirando». Esa era la frase que se hacía eco en mi cabeza cuando me despertó el timbre del teléfono. Miré el reloj que había en mi mesilla de noche para comprobar que eran las 6 de la mañana. ¿Quién podía llamarme a estas horas un sábado? ¿Qué habría pasado? Mi corazón se había puesto a latir como si pretendiese escaparse de mi pecho. Estaba aturdida, no encontraba el maldito aparato. De pronto silencio. ¡Mierda! ¿Para esto me despiertan? No soportaba el sonido del teléfono por la noche, me levantaba sobresaltada y desorientada y aún tardaba un buen rato en ubicarme después de contestar. Me tumbé en la cama a ver si era capaz de volver a dormirme. En mi cerebro seguía la letanía: «siempre hay alguien que te está mirando» ¿A qué venía esto? ¿Qué estaba soñando? Intenté recordar… Cerré los ojos y en mi mente aparecieron un sinfín de escenas diferentes: una playa donde la gente me miraba; me asomaba a mi ventana y alguien me observaba; me subía a un autobús y alguien estaba fijándose en mi. En todos los instantes había alguien examinándome. Un anciano se acercó a mi, por fin, y dijo: -Siempre hay alguien que te está mirando, recuérdalo.

Ya lo estaba recordando, pero no entendía. ¿Sería una consigna? ¿Tendría algo que ver mi sueño con lo que me había pasado en la playa? Tampoco había sido algo tan extraño. No era la primera vez, ni sería la última, estaba casi segura, que alguien al que no conocía se acercaba a mi para entablar una conversación. ¡Qué solos podíamos llegar a sentirnos, a veces! Hacía unos días había visto un video en internet que me había dejado conmovida. Era un ensayo, eso decían. Ponían a una persona frente a otra, de diferente sexo o del mismo, que no se conocían. Tenían que comenzar a contestar preguntas sobre sí mismos, algo que les preocupase, algo que les doliese en lo profundo, lo más triste que les hubiese ocurrido… Al terminar de hablar, muchas de esas parejas quedaban para conocerse más a fondo y con tranquilidad, pero otras muchas terminaban abrazándose, o besándose allí mismo, delante de las cámaras, delante de desconocidos (ellos mismos a penas se conocían), sin pudor y se decían cosas tan bonitas como que nunca habían sentido algo así por otra persona, nunca habían conectado tan bien con alguien y en tan poco tiempo. ¿Era posible, en la era de las nuevas tecnologías en la que era tan fácil contactar con miles de personas a un clik de ratón, que nos estuviésemos sintiendo tan solos? Apenas sabíamos nada unos de otros. Nuestras vidas tomaban una dinámica en la que el hablar de nosotros mismos y de lo que sentíamos había dejado de ser importante. Nos costaba desnudarnos de manera figurada ante los demás. Si alguien sabía algo íntimo de nosotros nos volvíamos vulnerables. Pero el ser humano era sociable por naturaleza, y de una manera u otra, siempre buscaba compañía. Me daba la impresión, a veces, de que podía resultar difícil, para muchos, enfrentarse a otro ser humano, a sus problemas. Estaba claro que todos necesitábamos sentir el calor de otro cuerpo abrazándonos, el de una mirada entendiéndonos, el de una palabra acariciándonos, el de un beso rozándonos. Todos necesitábamos, cada día más, sentirnos queridos, poder tocar a alguien, poder hablar con alguien de nuestros sentimientos, poder llorar abrazados a alguien. Y yo no era una excepción. Comenzaba a pesarme el vacío de la soledad de mi casa, el frío de mi cama. Me levanté, fui hacia el teléfono, descolgué y comencé a marcar: 00813…..

2 comentarios sobre “12.Siempre hay alguien que te está mirando

Responder a Talara Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.