28.Esa noche no pude casi dormir.

Esa noche no pude casi dormir. Comencé a preocupar a Sergio, de tal manera, que lo que hizo esa mañana nada más levantarse fue llamar al médico.

-Así nos quedaremos más tranquilos, pero seguro que el bebé está bien, es una pulguita rodeada de agua por todas partes. Tu cuerpo lo protege, no debes temer nada.

Efectivamente el médico corroboró lo que Sergio decía dejándome mucho más tranquila. Mi cuerpo sería su templo. Yo lo protegería, esa sería mi misión en estos meses de espera, de larga espera. Su supervivencia iría unida a la mía, aunque eso a veces me descorazonaba, no dejaba de ser una garantía.

Al llegar a la oficina y contárselo a mis compañeros, sentí, por fin, que me apreciaban. Qué importante era , por lo menos para mi, sentirse querida por las personas que te rodeaban día a día y con las que pasabas tanto tiempo.

Al paso de las semanas me iba haciendo más sensible a todo y no sólo lo notaba yo, era «vox populi»: Talara estaba demasiado susceptible. Así que alguno comenzaba a esquivarme o a intentar cruzarse menos conmigo que de costumbre, pero como también a veces los hacía reír contándoles mis «andanzas» alguno me buscaba para alegrarse el día.

Me sentía feliz y eso se notaba, pero mis altibajos emocionales a veces eran demasiado exagerados. Si normalmente era demasiado sentida, ahora lo era mucho más, incluso era capaz de llevarlo todo al plano social y ecológico, todo me parecía injusto, bueno muchas cosas que veía me parecían injustas, para el hombre y para la naturaleza. Continuamente me planteaba a qué mundo iba a traer a mi bebé.

Se nos había estropeado el calentador eléctrico hacía unos días, justo recién pasada la garantía. Ya me había ocurrido con varios electrodomésticos. Nadie me aconsejaba repararlo, es más, nadie me garantizaba que hubiese alguien dispuesto a arreglarlo y menos aún nadie me daba un presupuesto. La solución era la de comprar uno nuevo que posiblemente sólo me duraría otros tres años. Esto sirvió para hacerme sentir frustrada. ¿Qué mundo les esperaba a nuestros hijos si cada familia tuviese que comprar un calentador cada tres años? ¿Por qué se hablaba continuamente de la falta de responsabilidad de los consumidores que se deshacían continuamente de los aparatos eléctricos generando una cantidad de basura inaceptable para la naturaleza y no se criticaba a los fabricantes que los programaban para morir? Lo más correcto, eso pensaba yo, era quejarse y protestar ante los gobiernos por permitirles a los fabricantes hacer que la gran mayoría de cosas se estropeasen una vez pasada la garantía, obsolescencia programada se llamaba. Era sabido por todos, o por casi todos, el pacto que había para no permitir que las cosas durasen demasiado, por ejemplo, algo que llamaba mi atención era el ver lo rápido que se fundían o mejor dicho, lo rápido que se estropeaban las bombillas, que justificaban su alto precio por ser más ecológicas y por su durabilidad, tendrían que durar toda la vida del consumidor, y había que cambiarlas cada menos tiempo que las primeras que habíamos conocido. Nos tomaban por idiotas nuestros gobernantes, de eso no me cabía la menor duda.

A medida que pasaban las semanas me iba haciendo más vulnerable, me veía de pronto con demasiada carga emocional, con demasiado estrés. Mi hijo necesitaba de mi en todo momento, eso, en vez de tranquilizarme, me agobiaba. Su destino iba ligado a mi destino, si a mi me pasaba algo, él sufriría las consecuencias. La vida ligada, de pronto, a un desconocido que poco a poco se iba ganando un puesto en nuestras vidas. Sonaba uno de los temas de «La lista de Schindler» en la radio y comencé a llorar.

4 comentarios sobre “28.Esa noche no pude casi dormir.

  1. Precioso, me ha encantado, refleja la realidad, de cualquier hogar, común hoy en día. Y las sensaciones de una mujer, en el mejor y maravilloso momento de su vida, un embarazo.

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