52.La vida nos iba desgarrando poco a poco.

La vida nos iba desgarrando poco a poco, nos iba exigiendo, nos iba dirigiendo y nos dejábamos llevar como las gotas de lluvia que acariciaban nuestro cuerpo sin saber o quizás sin tener muy claro que todo tenía un final.

Todos sufríamos situaciones parecidas y a pesar de todo seguíamos siendo bloques de hormigón armado, impenetrables para casi todo el mundo. Nos hacíamos los duros, los fuertes, los valientes, hasta descubrir lo débiles que podíamos llegar a ser con el paso de los años, con el paso de la vida, con la llegada de la muerte. Decir adiós era lo más difícil, cerrar la puerta  sabiendo que nunca más íbamos a ver a esa persona, ese paso hacia lo desconocido, hacia la nada, hacia la soledad más absoluta… pero a pesar de todo seguíamos solos, sin preocuparnos de los demás, intentando no sentir a cada paso, intentando ser felices en un mundo imaginario, sin ser conscientes de que cada paso que dábamos era un paso hacia el final.

Sergio se acercó a mí, llevaba días intentando hablar. La policía había dado un duro golpe a parte de una mafia que trabajaba en España dedicándose, entre otras muchas cosas, a deshacer empresas, a crear otras fantasmas, a robar información en investigaciones tecnológicas avanzadas, y ahora a asesinar. Yo me había visto envuelta, sin querer, nadando en medio de los tiburones, quizás por ser el eslabón más débil de la cadena. Habían intentado varías veces hacerse con la empresa de Javier, primero ofreciendo un precio, después intentando robar la información más relevante en cuanto a investigación se refería y por último implicando al propio Javier en su destrucción. Hubiera preferido no saber nada, pero el conocer la verdad era una manera de limpiar el nombre de Javier, el de su empresa y el de sus trabajadores.

¿Hasta qué punto una mafia podía arruinar la vida de tantas personas que no se lo habían buscado? Personas que vivían tranquilas con sus pequeñas o medianas empresas intentando sobrevivir y dando trabajo a tanta gente, intentando investigar para hacer un mundo un poco más humano, un poco mejor o más justo y de pronto, sin saber muy bien cómo, todo se les venía encima y eran los acusados y no las víctimas. ¡Qué difícil a veces la vida!

Habían sido unas semanas complicadas y se habían dejado notar en mi día  a día. Con los disgustos mi cuerpo había dejado de producir leche, así que me había alejado también de mi pequeño. Ahora necesitaba alejarme de la ciudad.

Protegida por la oscuridad de la noche me acerqué a la playa, bajé del coche y me senté en una de las rocas alejadas del mar que hoy rugía como nunca, las lágrimas caían por mis mejillas, no las sentía caer, comenzaba a llover, pero no sentía la lluvia, levanté la cabeza al cielo y de mi garganta salió un grito desgarrador. Necesitaba desahogar mi alma. No entendía por qué habían tenido que matar a Javier, no entendía por qué había fallecido mi madre. Mi madre… mi apoyo, mi amiga, mi refugio, mi guía. Sentía que todo lo que había significado la vida para mí estaba perdiendo su sentido, el vacío interior que sentía me estaba ahogando, me arrastraba no sabía muy bien a dónde. Miraba al mar y me hipnotizaba su grandeza, su bravura, sin darme cuenta me estaba acercando peligrosamente a él. Un coche frenaba no muy lejos de donde yo estaba.

-Talara

Escuché mi nombre y me detuve. Alguien se acercaba a mi por detrás, era Sergio, su abrazo me reconfortó unos segundos y de nuevo comencé a temblar, estaba empapada, por dentro y por fuera.

-Vamos, cariño. Estás temblando.

Me envolvía en su chaqueta mientras mirábamos juntos el mar.

-¿Sabes? Talara significa lluvia.

-Lo sé.

-A mi madre le gustaba la lluvia, por eso me puso este nombre.

-Eres lluvia.

Afirmé con la cabeza.

-Ahora solo soy lluvia en el alma.

Al abrigo del abrazo cálido de Sergio  me sentía fortalecida.

-Ven conmigo, el niño espera en el coche.

Caminamos abrazados, acerqué mi cara a la ventanilla para ver el interior, mi pequeño Sergio me sonreía.

-La vida se abre camino.

-Sí, Talara, la vida nos está sonriendo.

 

FIN

2 comentarios sobre “52.La vida nos iba desgarrando poco a poco.

  1. Fin. Y ahora? Muchas felicidades por tu historia y tu manera de contarla. Gracias por tu lluvia en el alma. Un besazo enorme Talara!!😘😘

    1. Jo, Lola!!! No sabía que seguías ahí. Qué ilusión me ha hecho!!! Gracias!!!
      Ahora??? Pues no sé, algo haré😉 Besiños!!!!

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