Mi querido amigo:
El edificio que está frente a mi casa se ha iluminado hoy con una preciosa amapola roja por la que desfilan las letras de “lest we forget” (no lo olvidemos) porque hoy, 25 de abril se celebra el Anzac Day, día en el que se conmemora el aniversario de la primera intervención militar de Australia y Nueva Zelanda durante la Primera Guerra Mundial. Todos los años se hace una ofrenda a los caídos y después un desfile militar, es un día en el que se reflexiona sobre el significado de la guerra y las vidas que se cobra.
En todas las ciudades y pueblos de Australia hay un memorial de guerra, pero el más impresionante, sin duda, es el de Canberra, su capital.
Ambos lados de la gran avenida que desemboca en el War Memorial, están decorados con preciosas estatuas conmemorativas de todas las guerras en las que han participado para que puedas ir haciéndote a la idea de lo que te encontrarás en el interior. En cuanto pones un pie en el monumento te entra un escalofrío que no te abandonará mientras lo recorres. Una letanía a la que por ser en inglés, yo no presté mucha atención, te acompaña durante todo el trayecto. Hay una llama eterna, la tumba del soldado australiano desconocido y unas placas conmemorativas enormes con los nombres de todos los que cayeron en la Primera y la Segunda Guerra Mundial y prendidas en gran parte de los nombres hay amapolas, la flor que crecía entre las hileras de cruces de los caídos en la Primera Guerra Mundial. Mientras estaba leyendo las fechas y los nombres de los caídos presté un poco de atención a lo que se decía por los altavoces y entendí, de pronto, que era el nombre de los soldados muertos, el batallón o regimiento al que pertenecían y la edad que tenían, eran niños, casi todos. Quizás por tener un hijo en la edad de muchos de esos soldados fallecidos, quizás entendiendo el dolor de sus madres, quizás pensando en la vida que podía haberles quedado por vivir, no pude contener las lágrimas y lloré con un dolor agudo como si todos esos soldados muertos fueran de algún modo míos.
He leído algunas opiniones de personas que no entienden por qué se pide luto nacional estos días tan tristes que estamos viviendo y no consigo entender cómo no son capaces de ponerse en lugar del que ha perdido a un ser querido sin poderlo acompañar. A los muertos hay que llorarlos y el luto nacional es una muestra de ese dolor.
Recibe mi abrazo. #quedateencasa.