Mi querido amigo:

Me gustaría que hoy viajaras conmigo a uno de los lugares más placenteros que conozco, fuera de los que poseen mar: al jardín botánico. ¿Te apetece? Pues vamos, acompáñame a disfrutar de la magia de los jardines botánicos de Australia.
Hoy te acercaré al de Adelaide, situado en el borde de la ciudad al que se puede ir caminando, la entrada principal está situada frente a un majestuoso parque de altísimos ficus. Cerca de esa entrada hay una avenida bordeada por esos magníficos árboles, con raíces aéreas y raíces invasivas que le dan ese aspecto grandioso. A un lado hay una cafetería y un impresionante restaurante que te traslada a otras épocas lejanas en el tiempo, antes de terminar esa avenida, si sabes mirar te encontrarás ante un lugar mágico de cuento de hadas: la luz se cuela entre árboles hacia un campo verde, convirtiendo en especial ese rincón en cualquier época del año.
Hay un invernadero de cristal con nenúfares gigantes, un museo con cada una de las especies de plantas, granos, bulbos, que me enamoró desde la primera vez que puse en él mis pies.
Tiene varios estanques con estatuas, campos verdes con árboles maravillosos que absorben el ruido de la ciudad, un riachuelo con una especie de cabaña que esconde camelios y otras plantas. En otro rincón está el jardín internacional de rosas digno de verse especialmente en primavera y verano y próximo a él el invernadero del bicentenario o Pastel de cristal, un edificio precioso que alberga plantas en peligro de extinción de la selva tropical del norte australiano.
Si paseas por los caminos de tierra podrás descubrir magníficos secretos, como un altísimo árbol botella, una pérgola de glicinias olorosas o un jardín mediterráneo. Para mí otra visita obligada es el invernadero the Palm House rodeado de cactus de todos los tamaños. Siempre hay rincones nuevos que descubrir desde cualquiera de sus entradas.
Recibe mi abrazo. #Quédateencasa.