Mi querido amigo:
A veces se me hace un poco tarde, pero antes de acostarme me gusta acercarme a la ventana a contemplar la ciudad con una taza con tila o manzanilla caliente entre mis manos, me calma y me da paz. La ciudad a esas horas ya duerme tranquila, apenas algún ruido leve, sólo edificios con luces que se van apagando, algún coche despistado y yo. Mientras, tú amaneces quizás y me acompañas con tu taza de café, me gusta saberme acompañada.
Yo te regalo cada día un poquito de mi tiempo y tú, también cada día, me regalas un poquito del tuyo, es lo más valioso que tenemos, lo sé, y nunca se pierde cuando se le dedica a un amigo.
Recibe mi abrazo. Cuídate.