25. Emily me acompañó al aeropuerto

Emily me acompañó al aeropuerto. Fuimos en silencio por miedo a sufrir, a llorar. No sé muy bien por qué en algunos momentos de la vida se guarda silencio, quizás porque las almas están comunicadas y no necesitan nada más, hablar sería romper la magia, o la conexión. A veces no son necesarias las palabras. Emily y yo nos queríamos, mucho, nos conocíamos, aún sin vernos a menudo nos compenetrábamos de tal manera que sabíamos lo que pensábamos en determinados momentos. Ahora, camino del aeropuerto, las dos esperando reencontrarnos, como mucho en un par de meses, pero con la incertidumbre de si realmente volveríamos a vernos. Las cosas podían cambiar.

Nos despedimos con un cálido abrazo, con un abrazo de esos en los que se unen los cuerpos, pero también las almas, con un abrazo de esos en los que uno podría morirse sin a penas dolor, con un abrazo de esos en los que se sabe que un amigo es de verdad un amigo, un abrazo sin explicación, un abrazo sin medida. Con un abrazo de esos que a veces te rompen por dentro cuando se acaban, con un abrazo desde el alma.

Facturé mis maletas y pasé por el control. Un policía cogió mi equipaje de mano y me hizo acompañarlo, a su lado había un perro beagle precioso. Miré hacia atrás y vi a Emily que se quedaba preocupada, le sonreí para quitarle hierro al asunto, pero no entendía qué podía estar pasando. No llevaba comida, ni conchas, ni arena, ni mucho menos drogas o armas.

-Pase por favor. Siéntese.

Entré en una habitación minúscula con una mesa y un par de sillas enfrentadas.

– Espere un momento.

Salió dejándome sola y preocupada por lo menos diez minutos en los que mi cabeza se iba montando películas cada vez más descorazonadoras. Escuché que se abría la puerta y me volví.

-Perdona Talara, pero teníamos que retenerte sin llamar la atención.

Thomas se acercó a mi a tranquilizarme. No sabía si abrazarlo o pegarle.

-¿Qué está pasando, llevo unos minutos totalmente paranoica. Pensando en quién había tocado mi maleta, o qué compré que pudiera ser algo peligroso. Voy a perder el avión

-Tranquila. Hemos cambiado tu billete, sales en otro vuelo.

-¿Por qué habéis hecho eso?

-Sospechamos que alguno de los pasajeros intentaría hacerte algo a lo largo del viaje.

-Pero ¿Qué interés pueden tener en mi? Te juro que no lo entiendo.

-Has puesto en peligro su misión, los has descubierto y se han estropeado varias operaciones que irían en cadena. No es conveniente que nos vean juntos, por eso  no viajaré contigo, como en tu venida, irás acompañada por una mujer que sabe que tiene que estar pendiente de ti, de que no te pase nada pero no sabe por qué. En lugar de ir vía Singapur, irás vía Bangkok, son vuelos unidos así que no llamará la atención que tu compañera sea la misma persona, viajáis en los mismos asientos. No te pongas en contacto con nadie hasta llegar a Londres. Allí posiblemente te estarán esperando.

-¿Quién me esperará?

-Alguien del MI6

-¿Qué?

-¡No tienes ni idea en lo que te has metido!

-¿Yo? Yo no me he metido en nada. No he tenido la culpa de nada, sólo trabajo en una empresa no muy grande con proyectos nuevos , nada más. ¡Dios mío! Ya no sé si podré aguantar tanta presión.

Thomas y yo nos despedimos con un abrazo

-¡Tranquila! Tenemos todo bajo control

Esa frase no me gustaba nada, cuando alguien la decía, en una película, siempre ocurrían cosas horribles.

-Gracias por todo, Thomas, lamento que te hayas visto envuelto en todo esto. Cuando tomé la decisión de venir, creí que no correría ningún peligro. Creo que lo hice peor.

-No tienes la culpa de nada.

-Abraza a Lucy de mi parte.

El viaje transcurrió con total normalidad, dentro de lo surrealista que me parecía todo. Mi compañera de viaje fue un encanto, siempre pendiente de mi, en el avión y en el aeropuerto. Después de despegar de Bangkok conseguí quedarme dormida, con alguna pesadilla, pero había conseguido descansar. Antes de aterrizar en Londres mi compañera de vuelo se despidió de mi deseándome buen viaje y regalándome un libro. Al acercarme a darle dos besos me susurró:

-Dentro hay una nota. No la mires ahora. Sé discreta al leerla.

Caminé hacia la salida de enlaces con otros vuelos y en el primer aseo que encontré entré. Efectivamente, en el libro había una nota.

«Ve a la sala VIP de British airways. Ve a darte una ducha, tienes tiempo de sobras. Dile a la chica que te encantaría recibir un masaje porque has hecho un largo recorrido. Ella entenderá.»

Hice lo que me pedía en la nota. La encargada de los baños me miró sin pestañear y me indicó qué cuarto podía usar, me alargó un par de toallas y se despidió. Entré en el baño, realmente cansada y preocupada por saber qué iba a pasar a continuación, pero ya que estaba aproveché para ducharme. El agua caliente despejaba mi cabeza y me relajaba, cerré los ojos mirando al techo y dejando que el agua resbalase sobre mi. Recordé la última ducha que había tomado en casa de Sergio, sus manos, su calor…

La puerta se abrió despacio, casi sin hacer ruido, pero por alguna extraña razón lo sentí o lo presentí. Grité al tiempo que abrí los ojos y una mano tapaba mi boca ahogando mi voz.

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.