Estaba intranquila por Sergio. Cada día llegaba más tarde a casa y cada día se quedaba hasta más tarde trabajando en su ordenador. Aunque la pasión seguía fluyendo entre nosotros el cansancio se hacía notar.
-Sé que prometí no volver a preguntar…
-Pues no preguntes
-Sergio… Trabajas demasiado y me estoy empezando a preocupar, duermes muy poco.
-No hay nada de qué preocuparse, sólo estoy intentando dejar trabajo adelantado para que podamos tomarnos por lo menos una semana libre e irnos por ahí. Necesito ya desconectar y dedicarme a ti. Sabiendo que falta poco para que te vuelvas a ir, quiero pasar unos días solo contigo, solos tu y yo, sin teléfonos, sin jefes, sin ruido. ¿Te apuntas?
Salté sobre él y casi nos caemos. Me agarré con mis piernas a su cintura y lo besé.
-¡Claro que me apunto! Javier lleva tiempo diciéndome que me tome unos días antes de regresar a Australia. ¿Y ya sabes a dónde me vas a llevar?
-Estoy pensando si ir a…
-Shhhhhhhh. -Le tapé la boca con mi dedo. -Si puedo elegir prefiero no saberlo. ¡Sorpréndeme!
-¡Una manera maravillosa de decirme que me encargue yo de todo!
Nos echamos a reír.
-¿Y cuándo? ¿Cuándo podremos irnos?
-No sé, aún está todo en el aire. Si no hay complicaciones en un par de semanas, quizás podamos.
-Es por ir diciéndoselo a Javier y que vaya haciéndose a la idea.
Después de una semana impaciente, sin saber, ni atreverme a preguntar, apareció Sergio con un cubo y una pala de colores chillones.
-Nena, ¡¡¡coge tu bañador que nos vamos!!!
Reímos hasta casi ahogarnos. Me abracé a él.
-¿Cuándo, cuándo nos vamos?
-Mañana
-¿Así, sin más?
-¿Cuál es el problema?
-¡No sé qué llevar!
-Pues no lleves nada, he alquilado una pequeña cabaña con salida a una calita, así que no vas a necesitar nada. Tu, yo, el cielo, el mar… ¿Quedó un poco cursi, verdad?
No pude hacer otra cosa más que abrazarlo, abrazarlo y besarlo de nuevo.
-Jooooooo. ¡Me encantas, Sergio!
Lo siguiente que hice fue avisar a mi jefe, que no se sorprendió en absoluto.
-¡Por fin! ¡Relájate y disfruta!
Debía estar ocupado porque enseguida me colgó.
-¿Mamá?… No estás… No podré despedirme… Mañana nos vamos de vacaciones, pasaremos unos días fuera. Te quiero.
Estaba segura de que a mi madre no le iba a gustar nada el no haberse despedido de mi, pero no había tiempo. Sólo estaría fuera unos días.
Por la mañana volví a intentarlo pero no daba señal. Lo intenté de nuevo antes de bajar al coche, sin éxito. A la vuelta le contaría.