31.Sergio me esperaba de espaldas a la puerta.

Sergio me esperaba de espaldas a la puerta. Cuando entré dio media vuelta, me indicó que me sentara y me tendió una taza de café.

-Ten. Escucha, lo que te voy a contar es confidencial. No podrás contarle a nadie lo que diga aquí, es más, deberías olvidarlo.

-Vamos, Sergio. ¿A quién se lo iba a contar?

-A algún amigo, a tu jefe, a tu madre. Necesito que me des tu palabra de que no contarás nada, a nadie. Me fío de ti.

-Tienes mi palabra.

-Es tu caso. Sigue abierto, aunque hay mucha gente interesada en que se cierre sin resolver.

-¿Quién puede estar interesado en mi caso?

-Todos los implicados. Piensa que hay muchas personas que no están directamente metidas en el ajo, pero sí que les ha fastidiado su negocio.

-¿Realmente es tan serio?

-Intentaron matarte ¿Recuerdas?

-Ojalá lo pudiera olvidar.

-Escúchame bien y no te vengas abajo. Alfonso y  Martina posiblemente salgan pronto en libertad.

-¿Qué?

-Si. No hay pruebas suficientes. Tu estás bien. No ha pasado nada, no han robado nada ni matado a nadie.

-¿Y su implicación con la quiebra de todas las empresas?

-No es suficiente.

-Pero los investigaban de un montón de países.

-Si, se les ha declarado personas no gratas en Japón y en un par de países más, pero con no aparecer por allí ya está.

-¿Y mis pruebas médicas? Estuve mucho tiempo ingresada en el hospital, y sin poder salir de casa.

-Lo sé, pero fue un pequeño golpe, nada hace sospechar que su intención fuese matarte. Ya llevan varios meses en la cárcel con una conducta estupenda, estudiando, trabajando…

-Me estás diciendo que van a salir. ¿Cuándo?

-No sabemos aún la fecha exacta, pero en un par de semanas estarán en la calle. Sus abogados están intentando agilizar el proceso.

-¿Cuándo pensabas decírmelo?

-No quería decirte nada hasta no estar seguro de que la intención era esa.

-¿Y lo que pasó en Australia?

-Ellos no fueron, estaban en la cárcel.

-Se supone que pertenecen a una organización internacional.

-Si, pero no se les juzga por eso, las pruebas no son suficientes. Lo de Australia… No hay testigos, ni heridos, ni acusados. Sólo son suposiciones y algún despistado que os echó de la carretera.

-¡Y se dio a la fuga!

-Ya, tuvo miedo.

-¿Qué va a pasar conmigo, Sergio?

-Intentaremos darte protección, pero sólo durante un tiempo. En Australia seguirá pendiente de ti Thomas, como favor personal y porque te aprecia, pero no podemos protegerte oficialmente porque no hay nada de  qué protegerte.

-Tengo miedo, Sergio. No sé qué puedo hacer. Pensé que mi vida volvería a la normalidad en unos meses y veo que no va a ser así. Son dos psicópatas que estarán contratados por sabe Dios quién para hacerme daño.

-Estoy haciendo todo lo que está en mi mano. Llevo meses investigando, intentando buscar pruebas, poniéndome en contacto con abogados, españoles y extranjeros. Parece que no hay mucho que hacer. Debe ser una organización importante. Todos se cierran en banda, nadie dice nada, me evitan. Hubiese sido más fácil si se hubiesen llevado el ordenador, si no hubieras estado en tu casa. Se les habría podido seguir la pista, se hubiesen descubierto sus intenciones.

-Al final la culpa es mía.

-No he dicho eso.

-Lo sé. Tengo que desahogarme de alguna manera.

-Al pillarlos en tu casa, golpeándote, pararon la operación. Esa es mi teoría, pero nadie la secunda, no hay pistas, todo son suposiciones. No han vuelto a ir contra tu empresa, no ha desaparecido ningún papel ni han saboteado ninguno de vuestros proyectos, no han intentado nada más, así que todo es agua de borrajas.

-¿Estoy en peligro?

-Creo que si, pero no lo puedo asegurar. Si volviesen a intentar algo sería más fácil pillarlos. Tenemos que estar atentos a todo. No creo que hagan nada de momento, esperarán para no ser sospechosos. Quizás no vuelvan a actuar ellos.

-Ya

-He pedido orden de alejamiento. Es una manera de asegurarme que no intenten acercarse a ti.

Un ruido de pájaros nos puso en alerta.

Sergio se acercó a la puerta a comprobar que todo estaba bien. Mi corazón latía a mil por hora. Si esto seguía así no tendría nadie que preocuparse de matarme, me moriría de un infarto, no paraban de darme sustos y era algo que nunca había podido soportar, era demasiado asustadiza. Abrió la puerta principal y salió.

-Cariño, voy a buscar el neceser, me lo dejé en el coche.

¿Qué? ¿Cómo podía hacerme esto? Todos sabíamos que en las películas de terror el que sale desaparece y después la siguiente es la chica que se quedó en la casa sola. ¿Cómo podía ser tan peliculera? Escuché un grito de Sergio y de nuevo mi corazón a punto de colapsar. Salí corriendo mientras mi cabeza se empeñaba en mostrarme una y otra vez imágenes de películas de terror, de asesinatos…

-Sergio, ¿estás bien?

Salí pero no lo vi.

-¡Sergio! ¡Sergio!

Miré para ambos lados de la casa, buscando, nerviosa, pero Sergio no estaba. Fui hacia el coche.

-¡Sergio!

Sergio no contestaba.

 

 

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