39.Me acomodé en el asiento, me esperaba un largo viaje

 

Me acomodé en el asiento, me esperaba un largo viaje.

-Hola. ¿Hacia dónde va?

Una mujer mayor, de unos 70 años, se dirigía a mi mientras colocaba sus cosas en el compartimento superior y posteriormente se sentaba a mi lado.

-Voy a Adelaide.

-¡Ah! ¡Fantástico! ¡Como nosotros! Mi nombre es Madison, pero todos me llaman Mady. Encantada de conocerte.

Me rodeó con sus enormes brazos y me apretó contra su pecho impidiéndome respirar.

-Mi nombre es Talara.

-¿Viajas sola?

-Si

-¿Por trabajo o por placer?

-En realidad un poco por las dos cosas. Australia es un paraíso.

-¿Ya has estado antes?

-Si, a principios de año.

-¡Ah! ¡Mira! Talara este es Matthew, mi marido.

-Encantada.

Me estrechó amablemente su mano.

-¡Igualmente! La dejo un minuto sola y ya hace amigos. ¡Adoro a esta mujer!

Lo que más me gustaba de tener como compañeros de viaje a personas mayores era que me daban tranquilidad como para no pensar que iban a hacerme algo malo. Me estaba convirtiendo en una paranoica. Me encantaba viajar acompañada por personas amigables, conseguían que el tiempo que pasabas volando no se hiciese eterno, te hablaban, se preocupaban por ti, incluso te daban cariño.

Todo transcurrió de la manera esperada, sin ningún problema: comer, charlar, dormir, charlar, volver a comer, cambiar de avión de madrugada, ver alguna que otra película, de nuevo comer, charlar, leer un libro, charlar, picar algo, levantarse a dar unos largos, descansar.

Aterrizamos en Adelaide a las 9 de la noche del viernes, llegábamos agotados, muchas horas volando y un terrible cambio horario, lo bueno era que llegábamos para dormir. Ahora mismo la diferencia horaria con respecto a España era de 8 horas y media.

Guardé mis cosas, de camino a recoger el equipaje  me dieron su dirección y su teléfono y quedamos en tomar un café antes de mi regreso a España. Mady me dio un abrazo enorme.

-¡Esperamos verte pronto!

-Si ¡Seguro que iré a visitarles!

Llegamos al control de pasaportes, nos despedimos, ellos eran australianos y yo europea, así que pasábamos por diferentes sitios.

A la salida estaban Emily y su madre esperándome. El verlas a las dos juntas, nerviosas, ansiosas por abrazarme, hizo que desaparecieran de mi cabeza los miedos y la inquietud que me causaba el regreso a un país en el que posiblemente corría peligro.

-¡Talara! ¡Talara! ¡Aquí!

Emily se puso a dar saltos de alegría. En cuanto llegué a su altura me abalancé sobre ella en un abrazo, en uno de esos abrazos en los que sientes que la vida fluye, que os habéis echado de menos, que la alegría del reencuentro es enorme, que la amistad está por encima de todas las cosas.

-Vamos Emily, deja algo para mi. Bienvenida a casa Talara. Te hemos echado muchísimo de menos. Ya teníamos ganas de verte.

Después de abrazar a su madre, fuimos andando hacia el coche atropellándonos la una a la otra al hablar. Spike también se abalanzó  sobre mi al verme, como si en algún tiempo pasado hubiese sido yo su dueña.

La temperatura era muy agradable, la primavera se hacía notar en el ambiente. El camino a casa me emocionó, Adelaide me daba la bienvenida con una cálida caricia de olor a jacarandas florecidas a ambos lados de la carretera, mientras ACDC me regalaba sus canciones desde la radio del coche de Emily.

El portón de la casa estaba abierto y aparcado dentro un coche bien conocido por mi. En la mesa del jardín preparada con copas de champán, esperaban Thomas y Lucy.

 

2 comentarios sobre “39.Me acomodé en el asiento, me esperaba un largo viaje

  1. Alex Ruiz . Talara cuando sientas miedo !!! Abrázate !!! Yo me abrazo a ama y desaparecen mis miedos cdo la veo sonreír . !!Regálame un abrazo !! Ah, otro abrazo para Emily y su madre. No cambies, bss a mi escritora favorita

    1. ¡De nuevo gracias Alex! Sentir miedo, a veces, es inevitable. ¡Los abrazos son la mejor terapia! ¡Así que un abrazo!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.