17.Sergio acababa de llegar.

Sergio acababa de llegar y yo lo esperaba apoyada en el marco de la puerta de la entrada mientras veía cómo bajaba la maleta de su coche.

-¿No piensas venir a ayudarme?

Corrí hacia él y lo abracé.

-¡Claro!

Nos besamos, me tendió un ramo de flores silvestres.

-Ten, tus preferidas.

-¡Me encantan!

Agarrados de la cintura caminamos hacia la casa donde mi madre esperaba sirviéndonos un sabroso y fresquito albariño. Sergio acomodó sus cosas y de nuevo me agarró de la cintura mientras tomaba con su mano libre la copa que yo le tendía.

-Brindemos por los buenos tiempos y las buenas personas.

Chocamos nuestras copas y bebimos.

-¿Qué se cuece por la ciudad?

-Lo de siempre.

-¿Hay alguna novedad sobre el caso?

-Si, pronto empezará el juicio. Sofía quieren que testifiques.

-Sergio… habíamos quedado…

-Lo sé, pero si queremos ganar el juicio…

-No sé si seré capaz de hacerlo, con él delante.

-Piénsatelo. He hablado con tu abogado y cree que es lo mejor.

-¿Sabes lo que me pides, Sergio? Mi vida giraba entorno a él.

-Tranquila mamá, yo estaré para apoyarte en lo que decidas.

-Cielo, tengo claro qué es lo importante, y lo que más me importa en estos momentos eres tú y tu memoria. Si es necesario que testifique para ganar el juicio, lo haré. Intentó matarte, ¿recuerdas? Es solo que con él delante me costará más.

Sergio nos contó cómo iban las cosas, lo que había ocurrido en estos días. Estaba tranquilo, confiaba en la justicia.

-Y ahora contarme vosotras, ¿cómo van esos recuerdos?

-Sergio… Me duele tanto a veces recordar, no sé qué me está pasando. Descubrir mi vida a través de otros ojos me hace sentir vulnerable, unas veces me reconozco, pero otras… ¿Hasta qué punto, lo que recordamos es lo que ha ocurrido de verdad? He visto fotos, leído papeles, apuntes de una vida, de mi vida, que a penas recuerdo. Me encanta encontrarme con antiguas cartas de amigos de la niñez, me doy cuenta hasta qué punto me querían y cómo los quería yo. Es curioso cómo cambian los recuerdos, la misma escena contada por dos personas distintas se convierte en diferentes historias. ¿Por qué no recordamos lo mismo, las mismas cosas? ¿Por qué es todo tan diferente para unos y para otros? De una misma vida se podrían escribir decenas de libros, pero a mi me gustaría leer sólo uno que estuviese bien claro.

Sergio me miraba y se reía. Me abrazó.

-Cariño el punto de vista de la historia cambia según quién sea el narrador, y depende de muchas cosas. Trata de recordar poco a poco, no tengas prisa.

-Ya recuerdo muchísimas cosas, es más, creo que puedo decir que he recuperado una parte muy importante de mi vida en estos días. Me he visto a través de los ojos de mis padres y a través de los míos propios, reviviendo historias a través de los objetos guardados por mi y por ellos. Estoy satisfecha con los progresos. He estado con un par de amigos de entonces y la verdad que me he emocionado, los he reconocido, me acordaba de sus nombres y de parte de las historias que me contaban, incluso he podido aportar pequeños detalles.

-El médico ya lo dijo, tus recuerdos están ahí, sólo tienes que querer recuperarlos.

Mi madre entró horrorizada y nerviosa.

-Talara… tu caso… Dios mío… está saliendo en la tele.

 

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