21.Después de renovar mi carnet

Después de renovar mi carnet me había pasado por la policía a comentarles lo del ordenador y a enterarme, de paso, si tenían sospechas de algo, o había alguna pista de quién o quienes habían entrado en mi casa.

-Sin noticias. Tenga paciencia y en serio tómese unas vacaciones, salga más, la veo un poco agobiada y un poco obsesionada.

Había pedido la baja unos días, bueno, más bien, mi jefe me había obligado y me había aconsejado que me relajara, que no pensase más en lo que había ocurrido, que seguro que lo del ordenador había sido un olvido mío, todas nuestras cosas de empresa estaban a salvo, que dejara ya el tema. Casi podría decir que me empujó hacia la puerta para que me fuera.

Estaba un poco triste, deprimida, habían pasado muchas cosas en muy poco tiempo y no había podido asimilarlas todas. Alfonso, mi ex-novio, o mi novio o lo que sea que fuera, no había vuelto a dar señales de vida y eso me ponía nerviosa, más si cabe. El hecho de saber que alguien se había paseado a sus anchas por mi santuario me descorazonaba y me aterraba. Cogí mi coche y de nuevo volví a la playa, con un poco de suerte podría encontrarme con Sergio y quizás él podría animarme.

No hubo suerte. Caminé por la orilla, despacio, reflexionando, intentando aclarar mis ideas, pero sólo podía pensar en Sergio, en que lo echaba de menos en mi paseo, con su simpatía había conseguido hacerse un huequecito en mi corazón, y en esos momentos lo necesitaba más que el aire que respiraba. Me descalcé y fui metiendo los pies en el agua, ¡qué placer!, estaba algo fría pero reconfortaba mi espíritu. Se me hacía tarde, así que abrí mi coche, tomé una toalla del maletero, me disponía a calzarme cuando escuché mi nombre:

-Talara

Me giré y me estremecí. Sergio se dirigía hacia mi. Cuando llegó a mi altura me lancé a sus brazos. Comencé a llorar. Sin decir nada me abrazó y acarició mi pelo, esperó a que me tranquilizara, pero no podía parar, era como si mi cuerpo lo estuviese esperando y al encontrarlo, algo se hubiese desatado en mi interior, intenté hablar, pero cada vez que lo intentaba solo salía hipo, entrecortado, golpes de aire sin sentido. Los minutos iban pasando y parecía que mi llanto también, empecé a notarme cansada, cansada no, agotada. Mi cuerpo pesaba enormemente. Alcé la vista, él me miró y acercó su cara a la mía, besó mi frente, pero mis labios buscaron sus labios, mis manos se abrieron paso hacia su pelo. Unos segundos, a penas, sin control. Me separé:

-Lo siento. Tengo novio. Bueno, no sé si tengo novio, no sé lo que tengo.

De nuevo comencé a llorar.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.