39.Mi madre y yo nos mirábamos

Mi madre y yo nos mirábamos sorprendidas esperando descubrir pronto quién era el acompañante de Emily. Mi madre la vio de nuevo cruzar las puertas automáticas y buscaba con la mirada quién estaba acompañando a mi amiga.

-Aún no lo veo. ¿Tú lo ves, mi niña?

Yo intentaba, de puntillas, adivinar quién podía ser, pero no veía a nadie conocido.

-Ni idea, mamá. No veo nada.

Esperé a que Emily se acercara de nuevo a nosotras.

-Aquí le tenéis, el pobrecito intentaba mover él solo todas las maletas.

Emily miró nuestras caras como de no entender nada. Se giró y vio que de nuevo no estaba con ella.

-Este hombre me va a matar, siempre desaparece en unos momentos… Ah, ¡ahí está!

De nuevo nos dejó solas a mi madre y a mi, pero esta vez regresó enseguida del brazo de alguien al que no acabábamos de ver, mi madre y yo moviéndonos entre la gente para ver quién era el compañero de Emily.

-¡Talara, qué alegría volver a verte!

Él me abrazaba mientras yo me dejaba hacer sin poner nada de entusiasmo en el abrazo.

-¿Te acuerdas de Thomas?

-¡Thomas! ¡Cómo me iba a olvidar de él! Mamá este es Thomas, el que fue mi compañero de viaje  primero y amigo después, cuando fui a Australia. Era él el que conducía cuando nos sacaron de la carretera, él el policía que intentó librarnos de más de una.

Mi madre le dio un abrazo emocionada, entretanto yo intentaba recomponerme del enorme escalofrío que aún seguía pegado a mi espalda mientras un montón de recuerdos desagradables se cruzaban por mi cabeza.

-Perdóname, Thomas, no sabíamos quién era el acompañante de Emily y para mí ha sido una sorpresa, aunque agradable, me ha dejado un poco trastornada, no lo esperaba y a mi cabeza no dejan de asomarse imágenes de todos los momentos duros que vivimos contigo. ¡Me alegra mucho verte de nuevo!

Lo abracé, esta vez de verdad, como se abraza a los amigos, con calor de bienvenida, con el silencio que dice que aquí me tienes para lo que necesites, y con lágrimas en los ojos.

-¡Bienvenidos! Me alegro muchísimo de veros juntos y felices.

Emily se abrazó de nuevo a mi y las dos lloramos. Mientras caminábamos abrazadas le dije en voz muy baja que tenía muchas cosas que contarme, que me alegraba de su elección y que quería saber qué había sido de Lucy, la exnovia de Thomas. La besé y me sonrió.

-¡Tengo tantas cosas que contarte! Por cierto ¿Dónde está Sergio?

-Justo hoy llegará tarde, están con mucho trabajo. Ya sabes Thomas cómo son esas cosas, y tú Emily si no lo sabes, lo sabrás pronto, ser la compañera de camino de un policía no es nada fácil. Verás qué alegría se va a llevar Sergio cuando sepa que tú eres el compañero de Emily.

Fuimos hasta la casa sin parar de hablar, emocionadas por el embarazo y por las nuevas circunstancias. Pensaba que no iba a volver a ver a Emily en mucho tiempo e iba a poder disfrutar de ella durante un par de semanas por lo menos.

-¡Qué alegría me ha dado saber que venías, no puedes ni imaginártelo! Y cuando me has dicho que también estabas embarazada la alegría fue mucho mayor. ¡Tenemos que obligarnos a vernos, Emily! Que nuestros hijos también sean amigos. Por cierto, ¿sabes? mi bebé es un niño.

Emily me abrazó.

-¡El mío es una niña!

Comenzamos a reírnos.

-¿De qué os reís tanto?

Sergio se acercaba a saludar a Emily.

-¡Qué alegría verte de nuevo!

En el mismo momento entraba en la habitación Thomas.

-¡Mate!

Sergio se volvió con cara de sorpresa y lo abrazó, le daba la mano y miraba a Emily.

-¿Así que es este bribón el que te robó el corazón?

Reíamos sin prisa, sin temores, sin miedo, reíamos.

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