42.En todo el tiempo que Emily había pasado aquí

En todo el tiempo que Emily había pasado aquí no habíamos parado ni un momento. La habíamos llevado de un sitio a otro procurando enseñarle gran parte de las cosas bonitas que tenía mi tierra. Había sido obligada la visita a Santiago, allí nos habíamos conocido y allí nos habíamos hecho amigas. Ahora paseábamos por las calles riendo y recordando nuestra etapa universitaria.

-¡Qué tiempos! No pensábamos en que al cabo de los años nos veríamos embarazadas paseando por estas mismas calles.

-La verdad que nunca pensé que iba a volver y aquí me tienes.

Desde Vivero a Tui paseamos por toda la costa llevándola a lugares en los que antes no había estado. Cascadas como la de Ézaro, playas como la de las Catedrales, el banco más bonito del mundo, cañones de ríos como el del Sil, paseos en barco,  aprovechando que el buen tiempo nos había alargado el verano pasamos unos días más que agradables los cuatro juntos, aunque a veces mi madre también se unía a la fiesta.

Se acercaba el día de la despedida y ninguna de las dos teníamos ganas de hablar de ello. Sergio y Thomas no se separaban ni un momento y no dejaban de hablar de sus cosas, daba gusto ver que los cuatro éramos buenos amigos, conocía muchas personas que habían roto amistades de muchos años por culpa de sus parejas. ¡Qué difícil podía ser a veces convivir!

-A nosotras nadie habría podido separarnos nunca, Talara, lo sabes.

-Es cierto, tienes toda la razón, pero hemos tenido mucha suerte, no nos hace falta luchar por estar juntas.

Gran parte de nuestro tiempo se iba en hablar de nuestro embarazo y de nuestros futuros bebés. Las dos lo habíamos llevado muy bien, con altos y bajos en el humor, pero nada fuera de lo normal. Emily me había confesado que se había enamorado de Thomas mientras yo estuve en el hospital. Él se había encargado de muchas cosas y la había apoyado en muchas otras, siempre lo había sentido muy cercano. Hablar con Emily hacía que regresara a mi juventud, a ese momento de la existencia en el que se descubren las verdaderas amistades, los primeros amores, aquellos que marcan la vida, la felicidad de la familia, las justas responsabilidades, los primeros errores y el comienzo o la elección de los primeros pasos hacia lo que será tu futuro, enfilar la ruta, con curvas y altibajos, con cambios de velocidad y atascos. La vida, cómo se nos complicaba a veces, cómo nos hacía tomar decisiones no siempre acertadas. Con qué poco podía cambiar mucho. Yo me había dejado fluir muchas veces, como el agua, como la lluvia, dejando que las cosas sucedieran, dejándome arrastrar por su fuerza, sin poner resistencia, sin luchar. Y ahora estaba en mitad de mi vida, esperando la llegada de mi primer hijo, enamorada de Sergio y olvidando algunos de los acontecimientos más recientes que habían hecho que mi historia diese un vuelco.

-Talara, mañana nos vamos con una enorme pena, pero con la esperanza de vernos muy pronto y eso me hace totalmente feliz. Deseo que todo te salga bien estoy deseando reencontrarnos con los dos bebés.

-Emily, te voy a echar mucho de menos hasta el reencuentro. Yo también deseo que todo te salga bien y cuento los días para vernos de nuevo, pero me encanta saber que esto pronto sucederá.

Nos abrazamos y la besé.

-Te quiero Emily.

-Y yo a ti Talara.

En el descanso de uno de esos momentos de complicidad, recibí el mensaje de un amigo de mucho tiempo atrás informándome del triste fallecimiento de un amigo común, me invadió la pena de no poder estar en los momentos complicados de la vida. Tomé papel y lápiz y escribí:

En silencio,

como una pequeña hoja de árbol caduco,

en silencio y en otoño,

apagándose poco a poco,

sin quejido, sin lamento.

Gracias, Miguel,

dónde estés,

cuídanos.

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