49.Buscaba sorprendida en el interior de su bolso

Buscaba sorprendida en el interior de su bolso.

-No está.

-Quizás esté en otro bolso, o la hayas guardado en otro sitio, te acompañaré a casa a mirar.

-No, la he puesto en este bolso y aquí tiene que estar.

Se acercó al sofá y vació en él su contenido, había de todo, pero la carta no estaba.

-No puede ser, tiene que estar.

Removía sus cosas, miraba hacia el interior del bolso y de pronto se paró, nos miró como si un recuerdo atravesara su cabeza, abrió la cremallera de un pequeño bolsillo interior, metió su mano y en efecto allí estaba, un sobre doblado varías veces sobre sí mismo.

-Lo sabía. Aquí la tengo.

Extendió su mano hacia mí pero Sergio se me adelantó en el gesto y la cogió. Comenzó a leer:

-«Querida Sofía:

Lamento todo lo que ha sucedido, no sabes hasta qué punto. Nunca fue mi intención haceros daño ni a ti ni a tu hija, siempre os he querido. Me gustaría que entendieras que no he tenido nada que ver, en ningún momento, con lo que le ha ocurrido a Talara, solo pensar que podría haber muerto, me hace sentir culpable pero solo intentaba protegerla. Nunca traicionaría nuestra amistad.

Javier.» Sofía, ¿cuándo recibiste la carta?

-Una, dos semanas…, no sé…

-Piénsalo bien, por favor.

-Dos semanas, más o menos, pero…

-Pero…

-Recibí otra hace dos días, no fui capaz de abrirla, pero esta mañana, no sé por qué, me decidí y…

Comenzó a llorar sacando otro sobre del bolso, que esta vez cogí yo:

-¨Mi Alma. (¡Cuánto tiempo hace que no te llamaba así!)

Mi amor, mi vida…, mi tormento. Te he querido siempre, desde que te conozco no he dejado de pensar en ti ni un sólo momento, aún sabiendo que no podría ser, que habías elegido a nuestro mejor amigo. Pero ya ves que te esperé, por si cambiabas de opinión, por si te arrepentías de tu decisión. Amargamente vi cómo os adorabais, por eso terminé alejándome unos años. Mis mejores amigos y los causantes de mi peor sufrimiento. Tras su fallecimiento volví a tener esperanzas, estabas libre de nuevo y sabía que podría volver a conquistarte, de hecho te conquisté, esos meses juntos fueron los meses más felices de mi vida, por desgracia en seguida se transformaron en una pesadilla. Comprobar que por simples apariencias, por pequeñas coincidencias me juzgabais culpable de intentar matar a Talara fue un duro golpe, la vida no es siempre lo que parece.

Perdóname por todo el daño causado. Si esta carta llega en algun momento a ti será porque yo ya no estaré en este mundo, posiblemente me hayan hecho desaparecer. Lamento enormemente todo el sufrimiento que pude haberos causado a ti y a Talara, puedo asegurarte que siempre he intentado cuidaros. A lo largo del tiempo he descubierto, con pena, que la vida puede cambiar en un segundo, en un segundo puedes alzarte a lo más alto y al segundo siguiente puedes caer al más profundo de los abismos. Mi pena, mi gran pena, ha sido comprender que en un segundo la reputacion, el cariño, el amor, pueden desaparecer, pueden quedar eliminados de una vida. Un error, solo un error, un pequeño error es suficiente para que todo lo que has intentado ser y sentir a lo largo de los años y con un duro esfuerzzo se venga a bajo. Sufrí como nunca al entender que tanto Talara como tú ya me habíais puesto la soga al cuello antes de ser juzgado, fuisteis mis más duros jueces y los más crueles, bastó una pequeña confusión, estar donde uno no debe, para que todo se volviera en mi contra. Sé quién intentó acabar con Talara, estoy en negociaciones con la policía. Pronto se descubrirá todo, pero lamentablemente presiento que no estaré aquí para saber que me habéis perdonado y poder abrazaros. Os quiero, con toda mi alma.

Javier.»

-¡Mamá…!

 

 

 

 

 

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