28.-¿Alfonso? Alfonso. ¿Eres tú?

-¿Alfonso? Alfonso. ¿Eres tú? -Mi voz debía sonar incrédula, realmente no podía creerme que estuviese hablando con él.

-Cariño. Llevo varios días intentando localizarte. En tu casa nadie cogía el teléfono, así que llamé a Martina y me dijo que llamara aquí. ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?

-Es algo largo de contar. Ya hablaremos. ¿Qué tal tú?

-Regreso a España. Era lo que quería decirte. En unos días cogemos un vuelo y regresamos todos. La cosa no salió como esperábamos.

Su voz sonaba normal, como si hubiésemos hablado ayer, o como si no hubiese tenido ningún problema.

-¿Estás bien?¿Está todo en orden?

-¿A qué te refieres?

-¿Se ha aclarado todo?¿Estáis libres de sospecha?

-¿De qué sospecha teníamos que estar libres?

¿Me estaba tomando el pelo?  ¿Tan reales eran mis sueños que me parecía haberlos vivido? El agotamiento, a veces podía jugarme malas pasadas. Lo sabía por experiencia. Me había pasado alguna vez, cosas que había soñado y me parecían tan reales que había llegado incluso a creer que me habían sucedido, o al revés, cosas que me habían sucedido y las tenía asociadas al sueño. Sabía lo que el cansancio y el agotamiento podían hacer en mi.

-Tranquila, cariño. Martina me ha dicho que has tenido que coger la baja en el trabajo, que estabas muy estresada. Que estabas en casa de tu madre intentando descansar. Pero no ha querido contarme nada más ¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?

Tenía un nudo en la garganta que no me permitía decir una palabra. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Era la única que no entendía o no era capaz de discernir entre lo ocurrido en mi cabeza y lo sucedido realmente? Pero… Si todo estaba en mi cabeza… ¿Por qué no había sabido nada de él en todo este tiempo?

-Cariño. ¿Sigues ahí? Tranquila, en cuanto llegue hablamos, ¿vale? Contamos con poder estar en  casa este domingo no, el siguiente. Llegaremos tarde. ¿Me esperarás levantada? Nos vemos el domingo y ya me cuentas. Un beso, cielo. Te llamo cuando salga, desde el aeropuerto, bueno, en cuanto pueda. Chao. Hasta el domingo.

No había podido articular palabra. ¿En qué momento de la relación estábamos?  No entendía, no daba crédito. En un segundo se habían roto mis esquemas. Ya no vivíamos juntos, pero regresaba a mi casa. Estaba acusado de posible espionaje y podía salir del país sin problema. No había podido hablar con él en semanas y me hacía sentir como si ayer mismo hubiésemos estado juntos. Había pensado en dejarlo, si es que teníamos algo aún,  y él regresaba a mi casa como si hubiese salido a comprar tabaco y volviese después de haberse parado con unos amigos a tomar una caña, con un:  -Lo siento, me he liado. Cuando se fue lo habíamos dejado, había sido él el que había insistido pensando en mi trabajo y yo había decidido, al final, no ir. Después en Navidad volvió, pero volvió a liarme, con un:  -hola cómo estás, vamos a la cama, qué polvo tan bueno, nos vemos.. ¿En qué momento habíamos comenzado a vivir en mundos paralelos sin yo saberlo? ¿Qué iba a hacer?  Iba a aparecer en mi casa como si hoy por la mañana se hubiese ido a trabajar y regresase por la tarde cansado y con ganas de charlar. ¿Qué me había perdido? Estaba segura de que algo me había perdido. No entendía nada ¿Cómo iba a explicarle que mi intención era, posiblemente, dejarlo? Aunque realmente ¿Teníamos algo?

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