32.Se acercaba el domingo

Se acercaba el domingo, estaba intranquila.

No había tenido noticias ni de Sergio ni de Alfonso. ¿Dónde se habría metido Sergio? Varios días buscándolo en la playa sin ningún resultado, pero en algún sitio tenía que estar. ¡Qué poco sabía de él! Sólo que me gustaba y que yo también a él, que la playa era, como para mí, su refugio, que nos gustaba pasear juntos, rozándonos, mirar el mar cogidos de la mano, y no sabía nada más. Tampoco lo necesitaba. A veces transmitían más los silencios de una persona que cualquier conversación.

Todos estos días no había dormido nada bien. Había vuelto a tener pesadillas. ¿Cómo se tomaría Alfonso mi decisión? No podría quedarse en mi casa, quizá la primera noche, pero en la habitación de invitados. Iba a tener que afrontar esto sola y no sabía si sería capaz, su poder de persuasión era casi hipnótico, sabía muy bien cómo manejar mis hilos.

Sonó el teléfono, esperé unos segundos en los que intenté respirar con calma, como me habían enseñado en mis clases de yoga.

-¿Si?

-¿Talara? Hola cariño. ya tenemos los billetes.

-Hola

-Salimos el domingo a las 10:55 hora local de Tokio en un vuelo de la British, hacemos escala en Londres y continuaremos con Iberia hacia Madrid. Llegaremos a Barajas sobre las 21:35 hora española. A ver si soy capaz de dormir algo en el avión. Son casi 18 horas entre unas cosas y otras. Una vez en Madrid nos van a buscar de la empresa y por fin a casa, qué ganas tengo ya de llegar y verte. ¿Me esperarás levantada, no?

-Si, claro.

-Te llamo, si puedo, antes de salir, si no desde Londres o desde Madrid. Un beso.

-Chao.

Colgué. Nunca me había sentido más lejos de una persona que en ese momento, y no por la distancia física, sino por la espiritual.  Me sentía ajena a él, como si nuestros caminos jamás se hubiesen cruzado, como si nunca hubiésemos vivido juntos, como si no nos conociésemos de nada.

 

 

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