195. Años de ilusiones y esperanzas.

Mi querido amigo:

¡Feliz día de Reyes!
Recuerdo que en casa de mis padres no nos atrevíamos a movernos de la cama hasta que venía mi padre a buscarnos. Íbamos con él de habitación en habitación buscando posibles paquetes, algunas veces, difíciles de encontrar. Iba diciendo: “Pues no os han dejado nada” o “aún no han pasado por aquí” que nos ponía más nerviosos, buscábamos por todas las esquinas, debajo de todas las mesas, hasta por fin dar con los paquetes y quedarnos clavados en el suelo hasta que mi padre nos daba el pistoletazo de salida: “¿A qué esperáis?” Y salíamos corriendo a mirar cuál era el que nos pertenecía.
Siempre fui de buen conformar y no recuerdo ningún regalo especial, sólo la emoción de buscar y encontrar.
El día de Reyes del año en el que me dijeron mis compañeras de colegio que no existían, no quise coger mis regalos, entendía que en casa de mis padres no andábamos sobrados de dinero para gastarlo así. El choque cruel con la realidad ha sido, quizás, una de las cosas que han marcado mi carácter.
Ya de mayor, recuerdo que el olor que marcaba el día de Reyes, era el del Roscón, comprado o hecho en casa, su aroma sigue impregnando la memoria de aquellos años de ilusiones y esperanzas.
Recibe mi abrazo. Cuídate.

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