8. Tardes frías, días grises.(Puedes escucharlo en Anchor, Spotify, Googlepodcasts. Busca Arropando estrellas)

Octavo episodio. Tardes frías, días grises. (17/marzo/2021)
(Los días grises de lluvia me acercan más a mi tierra y, al igual que la música, me hacen recordar, me acercan a tiempos pasados, me acarician con su calor y sirven de lazo de unión con mis amigos. Recordar es acariciar con el pensamiento)

En las tardes frías y húmedas, en los días grises, mi mente se aleja y me devuelve a la calidez del hogar y de los recuerdos, a la gran mesa camilla de la casa de mis padres, vestida con aquellas enormes faldas cuya única misión era la de guardar el calor que desprendía aquel pequeño brasero. Cuando alguien llegaba del frío de la calle se sentaba en medio de los demás, y se arropaba metiendo sus piernas bajo la mesa para recibir un poco de ese calor. Al rededor de ella comíamos, jugábamos, reíamos, y todo aquel que tuviese a bien acercarse, ya fuera hijo, nieto o amigo, era siempre bien recibido.
Cierra los ojos, respira profundamente e intenta relajarte sintiendo cómo el aire llena tus pulmones y cómo, a continuación, sale suavemente. Permíteme, mientras, que te atrape con mi voz. Seas bienvenido a Arropando estrellas, un podcast de Bosquina Monzón.

La vida pasa demasiado deprisa, nos hemos ido acelerando a medida que íbamos creciendo y no hemos sabido parar, siempre dejándonos atrapar por el remolino de las prisas.
Pero gracias a la música que es capaz de traspasar el alma, nos acercarnos, de nuevo, a personas que formaron parte de nuestra vida, a amigos que ya no están, a momentos inolvidables. La música nos abre una ventana hacia nuestro interior pero también nos muestra el camino hacia los otros, nos eleva al infinito y nos traslada a mundos extraordinarios.
Intenta recordar algún tema que hayas disfrutado enormemente con los tuyos y concédete unos minutos, libera tu mente, que te lleve a esa canción que a veces te hacía llorar o a esa otra que te hacía bailar, acércate de nuevo a ese lugar que una vez sentiste como mágico, a ese libro que tanto te gustó, a esa película que compartiste con esa persona a la que tanto quisiste, a esa puesta de sol que un día te hizo soñar, a esos brazos que alguna vez te consolaron, a una caricia o a un beso de esos que te curaron. Es bueno volver a sentir lo que un día sentimos, dejar que la mente nos recuerde el motivo por el que un día decidimos luchar, mirar de nuevo el camino que queríamos recorrer y ver lo que aún nos queda por conseguir.
El tiempo nos puede parecer eterno cuando se nos obliga a hacer algo que no queremos, o que no nos gusta, por eso es tan importante no obsesionarse y mantenerse firme. Todo lo bueno se hace esperar.
Una semana para ver un nuevo capítulo de nuestro programa o nuestra serie favorita. Todo un verano para ver una segunda parte. Un año para que llegue de nuevo la Navidad o el verano, o para reunirnos de nuevo con los amigos.
Me gusta ver llover desde mi ventana, ver el cielo gris y cómo alguno de los edificios más altos desaparecen en esa especie de neblina que forma la lluvia. Eso me hace pensar en todas esas cosas que sentimos, que nos hacen dudar, o que nos quiebran el alma cuando no podemos verlas, porque sé que siguen ahí, que aunque no pueda verlas, puedo sentirlas.
Cuando hemos sufrido la falta de libertad, de no poder movernos, ni ver a los nuestros, cuando hemos dejado de juntarnos, de darnos abrazos y besos, el mundo se nos vino encima. Yo he aprovechado para pensar, para recordar, porque no te olvides que recordar es acariciar con el pensamiento. Cuando alguien nos dice que nos recuerda, nos está haciendo uno de los regalos más bonitos que puede hacernos la vida.
Estos días grises, como te decía al principio, me llevan a mi tierra, a mi mar, a mi lluvia, y siento esa lluvia, en el alma. Me acerca un poco más a mi familia, a mis amigos porque me hace recordar.
La memoria nos ayuda a guardar ese cariño o esa sensación agradable que hemos sentido y nos regala la magia de volver a esos momentos, a esas personas, porque casi siempre, los momentos están llenos de personas.
Un amigo es un abrazo en el que poder guarecernos de nuestros miedos o fracasos, una mano extendida a la que aferrarnos cuando caemos al vacío. Una voz que nos anima y nos da fuerza, una mirada llena de cariño y de respeto.
Unas nuevas alas para alzar el vuelo y sentir que podemos volver a volar. Aunque una espesa niebla nos impida ver, el camino siempre sigue ahí.
Espero haberte ayudado a relajar, a dejar la mente libre durante estos minutos. Gracias por acompañarme. La semana que viene, estaré de nuevo Arropando estrellas. Te espero, pero ahora, descansa.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.