15. Las madres.(Puedes escucharlo en Anchor, Spotify, Googlepodcasts. Busca Arropando estrellas)

(La vida nos pone a veces pruebas difíciles, a mitad de camino entre el día de la madre español y el australiano, te recomiendo, si puedes, que des un fuerte abrazo a tu madre y otro a tus hijos. Acompáñame en Arropando estrellas a reflexionar sobre la vida.)
A caballo entre el día de la madre español y el día de la madre australiano no puedo dejar de pensar en mi madre. Sé que está cansada de esta situación, de no poder vernos, de que estemos a cuentagotas, como todos, lo sé. Los mayores en general son los que se han llevado y se siguen llevando la peor parte de esta situación que nos aleja a unos de otros y hace que a la mínima saltemos unos sobre los otros, perdiendo la paciencia. Siempre he sabido ver la vulnerabilidad de los mayores y ponerme un poco en su piel, se llama empatía, eso que a veces cuesta tanto sentir. Hoy rompo mi lanza por nuestros mayores y especialmente, por ser su día, por las madres.
Intenta sentarte cómodamente en un lugar agradable y acompáñame durante unos minutos a reflexionar sobre la vida. Respira profundamente y permíteme atraparte con mi voz. Seas bienvenido a Arropando estrellas, un podcast de Bosquina Monzón.
Valientes, soñadoras, fuertes; en general, la vida, a las mujeres, y especialmente a las madres, nos ha hecho así, aguantándolo todo y sobre todo aguantando críticas de todos, pero sin perder la sonrisa. Estos días leía que al final de nuestros días, e incluso en nuestra última respiración nos acordamos de ellas, de nuestras madres. Cuando nos pasa algo, las llamamos, tanto sea bueno como malo; en general, en nuestra vida, nos apetece compartir con ellas nuestras cosas.
Cuando nació mi hijo mayor, era de noche y pensé que no dejarían entrar a nadie en el hospital hasta el día siguiente, pero la comadrona nos preguntó si no íbamos a avisar a los abuelos para que vinieran a conocer a su nieto. Le pedí a mi marido que avisara primero a mis padres, que quería ver a mi madre y darle ese pequeño regalo de ser la primera en conocer a su nieto. Para mí fue una necesidad, sentí esa necesidad, porque de pronto, entendí lo que ella tenía que haber pasado y sufrido, la vulnerabilidad que debió haber sentido al dar vida, al tener en sus brazos otro ser diminuto del que hacerse cargo y comprender que ya nunca más viviría sólo por ella. Cuando entró en la habitación, vino directa a mí, yo estaba agotada, y me dio un abrazo que aún recuerdo. La vida de una madre nunca es fácil, hacerse cargo de la vida de otro ser es mágico pero también duro, muy duro, la responsabilidad que se siente de pronto, el miedo a no hacer las cosas bien, a no estar a la altura, a que al bebé le pase algo por nuestra ineptitud. Lo único que me daba pena de haber tenido un niño y no una niña, era la de pensar que él nunca iba a sentir todo lo que yo acababa de sentir.
A mi madre, la he sentido siempre muy cercana, no sé cómo explicarlo, como si tuviésemos un vínculo especial. Tengo dos hermanas más pequeñas que yo y recuerdo los dos partos de mi madre, no los partos en sí, si no lo que ocurría conmigo cuando ella iba al hospital. No quería dejarla marchar, era como si intuyera que podía pasarle algo malo o que no iba a volver a verla, era una sensación extraña. No sé si alguna vez me explicaron o no, pero yo sentía la necesidad de la explicación, quizás por eso siempre me he intentado esmerar en las explicaciones dadas a mis hijos. Me quedaba sola esperando, sentada, en la terraza de la casa de mis abuelos, y cuando regresaba, con el bebé en brazos y se metía en la cama me sentía angustiada pensando que había algo que no estaba bien.
Más adelante, por cuestiones de la vida, y creo que para defenderme, me enviaron durante un año a casa de mis abuelos, era tal la soledad que sentía, lo abandonada que me sentía, que continuamente le enviaba cartas a mi madre, intentando que nadie lo supiera y pidiéndole que me viniera a buscar. Mi madre siempre nos defendió como una leona, y lo hizo, estoy segura, lo mejor que pudo y supo, como casi todas las madres.
Sé que el día de la madre, igual que el resto de días especiales, debería de ser todos los días, pero me encanta este reconocimiento a todas nosotras, los trabajos de los niños en los colegios, que hacían con tanto esmero y cariño, y que como madre siempre he disfrutado tanto. Sentir toda la atención y todo el cariño no tiene precio. Mi abrazo, hoy, a todas las madres y a todos los hijos que consiguen hacerlas felices por sólo el hecho de ser sus madres.
Deseando que esto termine pronto para poder abrazar de nuevo a mi madre y para poder abrazar de nuevo a mi hijo. Qué difíciles pruebas nos pone a todos la vida, a veces.
Hoy ha sido un poco distinto pero sentía la necesidad de hacerlo así, y poder acercarme en este abrazo en letras a mi hijo y cómo no, a mi madre.
Te espero la semana que viene, de nuevo en Arropando estrellas. Intenta ser feliz, y si puedes, regálale un fuerte abrazo a tu madre y a tus hijos. Ahora, descansa.

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