22.La noche de San Juan. (Puedes escucharlo en Anchor, Spotify, Googlepodcasts. Busca Arropando estrellas)

(La víspera de San Juan está llena de recuerdos mágicos, de noches cálidas de verano, de olor a flores, de charlas con amigos. Acércate conmigo a esos recuerdos, acompáñame de nuevo en Arropando estrellas mientras te relajas con mi voz)

En la víspera de San Juan mi memoria se llena siempre de recuerdos, de buenos recuerdos, de mágicos recuerdos, de noches inolvidables que me devuelven a la compañía de personas que ya no están, a risas entre amigos, a sardinas asadas en medio de brasas, a cachelos que son las patatas cocidas con su piel, a hogueras al lado del mar.
La víspera de San Juan me acerca a mi casa, aún estando a miles de kilómetros de distancia.
Siéntate en el lugar donde te encuentres cómodo, cierra los ojos y respira profundamente intentando relajarte. Regresa conmigo al lugar mágico de la niñez y de los recuerdos felices, permíteme atraparte con mi voz. Seas bienvenido a Arropando estrellas, un podcast de Bosquina Monzón.

Cada etapa de la vida conlleva unas preocupaciones diferentes. Mi etapa adolescente, fue bastante tranquila, con los problemas normales de la edad. Casi siempre uno se sentía incomprendido por sus padres pensando ¿qué sabrán ellos de la vida? Podía haber luchas por conseguir lo que creíamos que teníamos derecho a tener, castigos por no acatar las normas, pequeñas cosas que podían aguarnos la fiesta.
Mis días favoritos del año, fueron siempre los de Navidad, por ser tan entrañables, caseros y tiernos. Pero seguidos muy de cerca por la víspera de San Juan. Mi padre se llamaba Juan y desde que recuerdo lo celebraba siempre.
Mi madre el día 23 se encargaba de conseguir las hierbas y flores con las que preparaba el agua de San Juan con ese olor tan típico para que al día siguiente nos lavásemos la cara con ella. La tradición habla de utilizar siete hierbas diferentes o más, yo sigo haciéndolo siempre que puedo y compro el ramillete ya hecho, quizás no huela tanto como el que preparaba mi madre que conseguía mantener durante todo el día la casa oliendo a las hierbas de San Juan y nuestras manos también.
En la época en la que vivimos en las Rías Bajas todos los años hacíamos una hoguera en la playa, rodeados de amigos. Mi padre asaba siempre las sardinas en otra hoguera más pequeña, y se convertía la noche más corta del año en una fiesta espectacular, en la que a los pequeños se nos permitía estar a nuestro aire. Nos juntábamos todos, jugábamos a saltar la hoguera, a pensar en lo que haríamos de mayores, a inventarnos un futuro juntos y alguna vez algún loquiño hasta se atrevió a darse un baño. Nos contábamos secretos, hablábamos de la vida y la muerte, del amor, de las estrellas y de la luna, siempre frente al mar.
Era una noche mágica que terminábamos alrededor de una Queimada de la que también se encargaba mi padre, en un recipiente de barro hecho para tal uso, se vertía agua ardiente, azúcar y una corteza de limón, se le prendía fuego con cuidado y se iba removiendo con un cucharón también de barro, hasta conseguir que se evaporase gran parte del alcohol, su fuego azul nos mantenía a todos hipnotizados, mirando cómo las llamas parecían cobrar vida mientras alguien se atrevía a recitar de memoria o a leer una parte de O Conxuro.
La parte que a mí más me gustaba y me gusta, es su parte final. Te la digo en castellano para que puedas entenderla bien, pero sin duda es más bonita en gallego.
“Fuerzas del Aire, Tierra, Mar y Fuego, a vosotros hago esta llamada: Si es verdad que tenéis más poder que la humana gente, aquí y ahora, haced que los espíritus de los amigos que están fuera, participen con nosotros de esta Queimada.”

Disfruta de este día tan mágico, de la noche más corta del año para unos y de la más larga para otros. Espero haberte hecho disfrutar un poco de los recuerdos que estoy segura también tienes tú. La semana que viene estaré de nuevo Arropando estrellas. Te espero. Ahora, descansa.

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