Mi madre acababa de parar el coche entre dos árboles, se disponía a bajar.
-Usted no, por favor, quédese aquí. Talara vamos, tenemos que hablar.
Bajamos los dos del coche dejando a mi madre, que le encantaba enterarse de todo de primera mano, enfadada en el interior. Caminamos unos cinco minutos para alejarnos y que no pudiese escuchar la conversación, se detuvo, y yo aproveché para abrazarme a él.
-Me estaba volviendo loca sin ti.
Su abrazo fue cálido, muy cálido, pero duró poco, enseguida me separó.
-Lo siento, pero no tenemos mucho tiempo. Es mejor que no nos vean juntos. ¿Cómo te encuentras? ¿Estás bien?
-Ahora estoy fenomenal.- Lo abracé de nuevo y aspiré su olor, su ropa desprendía ese tenue aroma a limpio de las personas que no utilizan perfume alguno.
-Lo digo en serio, ¿estás bien?, ¿te encuentras con ánimos? Vas a tener que enfrentarte a tus amigos y necesitarás todas tus fuerzas.
-¿Sabes algo que yo no sepa?
-La chica que te llevó en la silla de ruedas en el hospital, Martina se llama, ¿no? Era la persona que te seguía en la playa.
-Ya nada me sorprende.
-Escúchame, tengo que confesarte algo. -Esa frase no auguraba nada bueno. Comencé a sudar.
– Soy policía judicial, nuestros encuentros en la playa fueron casuales, bueno, si tengo que ser sincero, el primero fue casual, el resto fueron buscados.- Acarició mi mejilla. – El día que me contaste lo que te había ocurrido empecé a preocuparme, ya venía fijándome en que alguien te seguía, pero no me había alarmado hasta ese momento. Cuando fuiste a casa de tu madre investigué a Martina, la vimos entrar en tu casa con cajas. Está fichada por la policía, nunca hubo pruebas suficientes para involucrarla en la quiebra de más de una empresa. Uno de sus ayudantes, lamento tener que decirte esto, sospechamos que es Alfonso, que está siendo investigado por la policía de varios países, entre ellos la de Japón, pero como nunca se les pudo relacionar, ni entre ellos, ni con las empresas, siempre han salido bien parados. Habían estado un tiempo sin actuar y ahora es la primera vez que se les ve juntos. -Me atrajo hacia sí y me abrazó con fuerza, me besó de tal manera que me faltó el aire, como en aquellos primeros besos de adolescencia que ya había olvidado. Se separó dejando un pequeño espacio entre los dos, me miró a los ojos con una ternura infinita. -Lo siento, Talara, también tuve que investigarte a ti.
-Necesito sentarme.- Comenzaba a marearme tanta información.