-Tranquila, todo está bien. Necesitaba que lo supieras.
-Ya, pero…Si de algún modo he perjudicado a mi empresa, mi jefe debe saberlo.
-No te preocupes por eso ahora. Ya hemos hablado con él. Está al corriente de todo. Tu empresa no corre peligro, por lo menos de momento, a no ser que se nos esté escapando algo, o no estemos viendo el fondo del asunto. Hay que ir con mucho cuidado, en principio no parecen peligrosos, pero si se ven acorralados nadie sabe cómo podrían actuar. Tienes que ser prudente, intentando que no sospechen nada y hay que estar pendientes de tu madre, no nos vaya a delatar. Aún no tenemos muy clara su manera de trabajar. Creemos que se hacen con un ordenador de otra empresa que no esté ligada a la suya pero al que puedan acceder fácilmente sin llamar la atención, y al que mandan toda la información. En algún caso directamente robaron uno de los ordenadores importantes de la empresa a la que pretendían hundir, pero en este creemos que mandaron la información al tuyo, por eso necesita seguir en contacto contigo, por lo menos hasta que la recupere. Tu empresa, como ya te dije, está libre de peligro, pero tú no.
Me miró con ternura, se acercó más a mi, me abrazó. Yo temblaba entre sus brazos, temblaba de amor y temblaba de miedo. Me acarició el pelo muy despacio, sujetó mi barbilla y de nuevo dirigió hacia los míos sus labios, esta vez me besó tranquilo, lento, suave. Mientras me besaba mi cuerpo dejó de temblar, por unos segundos el mundo se detuvo, se hizo el silencio, sólo él y yo, no existía el peligro, ni los espías, ni las empresas, ni los problemas, sólo por unos segundos.
-Vamos, tu madre estará preocupada. Recuerda, cuanto menos sepa de lo que ocurre, mejor, el que no sabe no puede contar.
-¿Y cómo se lo oculto? No tienes ni idea de lo persistente que puede llegar a ser. Y después de este numerito que nos acabas de montar, no va a parar hasta que le cuente algo.
-Le puedes decir que todo ha sido un montaje para poder besarte sin mirones.
Nos reímos y caminamos uno al lado del otro, rozándonos, adivinándonos, hasta llegar al coche. Hubiera preferido caminar abrazada a él, estrechando su cintura con mi brazo, apoyando mi cabeza en su hombro, sintiéndolo respirar. No pudo ser, me conformé con imaginar su tacto a cada paso, estremeciéndome a cada movimiento. Mi mente viajando a otros lugares en los que poder sentir su piel, su calor.
-¿Me vais a contar qué está pasando? Llevo aquí sola un buen rato, muy preocupada. ¿Qué ocurre?
-Tranquila, mamá, ya te contaré. Algunos que no saben cómo hacer para quedarse un rato a solas con su chica.
Sergio y yo nos miramos haciéndonos un guiño de complicidad. Mi madre aparentemente se quedó tranquila.