41.Nos despedimos de Sergio en la entrada a la ciudad.

Nos despedimos de Sergio en la entrada a la ciudad. Su conversación había tranquilizado mi alma e inquietado mi espíritu.  Martina esperaba intranquila, llegamos a su casa a la hora justa de comer.

-¡Qué tarde llegáis! ¿Cómo ha ido todo? ¿Qué ha dicho el médico? ¿Ya puedes hacer tu vida normal?

Martina estaba impaciente por recobrar la «normalidad». Cada vez veía más claro que deseaba ver fuera de mi casa a mi madre para poder controlar la situación.

-El médico ha dicho que todo bien, cielo, pero prefiere que me quede con ella unos días más, para tenerla más controlada.

-Ya puedo, por fin, empezar a trabajar. Comenzaré el lunes. Ya no hace falta que estéis tan pendientes de mi.

Se acercó a mi y me abrazó.

-Me alegra que por fin estés bien. ¿Comemos? Alfonso hoy vendrá más tarde, tenía que quedarse a una reunión.

La comida resultó aburrida, apenas hablábamos de nada, si llovería esa tarde, si el frío comenzaba a dejarse sentir, temas que más bien parecían de desconocidos atrapados en un ascensor. Con todo lo que había pasado era increíble que el tema principal de la comida fuese el tiempo. Estaba claro que Martina se sentía abrumada por la situación al no tener a Alfonso para apoyarla.

-Entre mi madre y yo ya podemos encargarnos de todo, así que ya no voy a necesitar que me ayudes tanto. Muchas gracias por haber estado tan pendiente de mi todo este tiempo.

-¡No seas tonta!, para eso están los amigos. No me importa seguir ayudándote, ya sé que tienes a tu madre, pero si necesitáis cualquier cosa ya sabéis que podéis contar conmigo, sin ningún problema, a cualquier hora del día o de la noche. Eres mi mejor amiga, Talara. Me tenías muy preocupada.

Se levantó, me abrazó de nuevo y me besó. Pese a no creerme su calor, le agradecí la intención. A veces, aún sabiendo que el que te viene a besar es Judas, necesitas el beso.

Era curioso, pero el no tener aquí a Alfonso, hacía que me sintiese más cerca de Martina. Estábamos distantes, pero hoy la sentía aún mi amiga. ¿Era posible que aún sabiéndome traicionada pudiera sentir cariño hacia ella? ¿Qué pasaba por mi cabeza?

 

 

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