31.Lo que desconocemos.(Puedes escucharlo en Anchor, Spotify, Googlepodcasts. Busca Arropando estrellas)

La primera vez que vine a vivir a Australia, mi padre, cada vez que escuchaba, veía o leía algo sobre este país, me lo hacía saber. Una de las cosas más interesantes que me contó y que yo ignoraba es que aquí existía una pequeña ciudad cuyo nombre era Cervantes. Esta ciudad, me dijo, se encontraba al norte de Perth, capital de Western Australia. Pues bien, investigando un poco sobre la noticia, descubrí que era cierto. Un barco ballenero americano, llamado Cervantes, en honor a nuestro ilustre escritor, había encallado en 1844 al norte de Perth.
Pero la ciudad como tal no se estableció hasta 1963. Lo más curioso o lo que a mí me llamó la atención fue el comprobar que prácticamente todos los nombres de las calles llevan el nombre de una ciudad española, así podríamos estar paseando por Madrid, Sevilla, Córdoba, Corunna, Santander o Barcelona sin necesidad de pisar España.

Acomódate en un lugar tranquilo, respira profundamente sintiendo cómo el aire a medida que entra en tu cuerpo lo va llenando de paz, de calma, y cómo cuando sale se va llevando con él los pensamientos negativos. Permíteme atraparte con mi voz. Seas bienvenido a Arropando estrellas, un podcast de Bosquina Monzón.

Hay tantas cosas que ignoramos, que desconocemos, que nadie nos enseña, que es como si necesitásemos varias vidas para poder conocer parte de lo interesante que se nos escapa.
He tenido muchas veces la impresión de que no se nos enseña lo suficiente, que los colegios podrían hablarnos de miles de cosas interesantes o enseñarnos a enfrentarnos a los problemas diarios. La vida puede ser complicada, pero hoy más que nunca, tenemos al alcance de nuestra mano un arsenal infinito de opciones para enterarnos de las cosas. Investigar siempre es un aliciente.

En una clase a la que asistía de vez en cuando, me preguntaron si conocía algún español que hubiera sido importante en la historia de Australia, al principio la pregunta me sorprendió y no supe qué decir, pero enseguida respondí: Fray Rosendo Salvado. Nadie lo conocía y se sorprendieron al escuchar el nombre de un fraile, un fraile gallego, como yo. Vivo en Sydney así que no me extrañó que nadie hubiese escuchado hablar sobre él, pues su lugar de actuación fue Perth.
Lo más importante de este fraile benedictino nacido en Tui en 1814, enviado a Perth como misionero en 1846 fue su trabajo con los aborígenes, la única persona que en aquel momento apostaba por ellos, y los veía como iguales. Estudió sus lenguas escribiendo incluso un pequeño diccionario entre los conceptos anglosajones y nativos. Se acercó a ellos desde el respeto, intentó conocer sus creencias y consiguió que le hablaran de ellas. Se integró con ellos en un momento en el que los ingleses apostaban por su extinción.
Recaudaba dinero haciendo conciertos de piano en la ciudad de Perth y cada vez que viajaba a Europa, en las ciudades que visitaba, y lo utilizaba después para comprar tierras, ganado y semillas. Los benedictinos construyeron una ciudad monasterio a la que llamaron Nueva Nursia en honor a su fundador, Benito de Nursia, una escuela, un orfanato, casas para las familias, un puente, un hospital, un asentamiento con árboles frutales, vides, olivos. Enseñó a los aborígenes a conseguir alimentos con la agricultura y la ganadería para que pudieran subsistir y no extinguirse y repartió las tierras entre ellos. Fue defensor de la dignidad de la mujer y de su integración en el mercado laboral, enseñó a algunas jóvenes el código morse introduciéndolas en una trabajo que hasta entonces era imposible que fuera desempeñado por aborígenes. Formó con ellos un coro, una orquesta de cuerda y otra de viento. Pronto fue llamado el protector de los aborígenes.

Es una historia que desde que la conozco llamó mi atención, pequeñas vidas que para muchos pasan desapercibidas pero que a menudo son las que cambian el mundo o ayudan a cambiarlo.

Ya no te robaré más tiempo por hoy, la semana que viene volveré a ser de nuevo esa voz que comparte un poco de su tiempo robándote un poco del tuyo y seguiremos, si quieres, arropando estrellas. Ahora, descansa.

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