46. El Lago George.(Puedes escucharlo en Anchor, Spotify, Googlepodcasts. Busca Arropando estrellas)

Si vas a Canberra en coche desde Sydney sabes que se acerca el final del viaje cuando en el GPS aparece una masa enorme de agua a la izquierda de la carretera, el Lago George.
En mi primer viaje yo conducía y no entendía en dónde estaba ese lago pues sólo veía una enorme llanura de color tostado a nivel más bajo que la carretera, y en la que había vacas pastando acompañadas de ovejas y canguros, al subir la pendiente descubrí un area de descanso en la que me detuve para intentar ver esa masa de agua que aparecía en mi mapa. Lo que mis ojos alcanzaban a ver era las montañas al otro lado de la llanura, pero ni gota de agua, comprobé que el lago no existía. Ese año tuve que ir a Canberra varias veces y el lago, en todas ellas estaba seco.

Acomódate en tu lugar favorito, cierra los ojos, respira con calma, e intenta ser consciente de lo que sientes, deja que tu mente me acompañe y permíteme de nuevo, atraparte con mi voz. Seas bienvenido a Arropando estrellas, un podcast de Bosquina Monzón.
El viaje a Canberra por carretera se me hace pesado, demasiado tráfico, muchos camiones, algún loco al volante y el paisaje en general es aburrido y a veces triste, pues a ambos lados de la carretera suelen aparecer animales muertos, kanguros y sobre todo wombats. Hace unos días he vuelto a visitarla, de nuevo en coche y de nuevo conducía yo. Cuando vi aparecer el lago en mi GPS anuncié que ya estábamos llegando, aproximadamente estaríamos a media hora de nuestro destino. Miré hacia el lado izquierdo de la carretera, esperando ver algún animal pastando y las montañas del otro lado, es un paisaje que siempre vale la pena mirar. Me llevé una grata sorpresa al comprobar que esta vez sí había lago, había agua donde debía haberla, así que lo proclamé como si fuese un náufrago a punto de morir de sed en medio de una isla desierta y encuentra agua de pronto.
No podía parar en el mirador porque teníamos prisa pero lo disfrutamos durante ese pequeño espacio de tiempo en el que, esta vez sí, el lago permanecía pegado a la carretera. Estaba realmente emocionada, la luz australiana, siempre digo, es especial, o por lo menos a mí me lo parece.
Pero lo mejor fue que de regreso a Sydney aún estaba más impresionante, era esa hora del día en la que la luz hace su magia, el sol ya no lucía demasiado alto y el cielo estaba cubierto de nubes bonitas blancas y grises casi azuladas, casi de tormenta. El paisaje del cielo y el de la tierra se reflejaban en el lago se difuminaban todos los colores confundiendo la realidad con su reflejo. De nuevo conducía yo por lo que no pude hacer ninguna foto, pero disfruté igualmente de ese paisaje momentáneo y que por efímero no deja de ser menos impresionante.

El lago George tiene unos 25 kilómetros de largo, 10 kilómetros de ancho y es muy poco profundo( 6 metros en el punto más hondo) y se seca en las épocas de sequía, pero cuando el verano es como este que estamos teniendo, que a penas ha dejado de llover, se convierte en hábitat importante para las aves acuáticas y para varias especies amenazadas.
Es el lago natural de agua dulce más grande del interior de Nueva Gales del Sur, y se ha llenado y vaciado por completo en numerosas ocasiones como resultado de la lluvia y la evaporación.
Fue el Gobernador Macquarie quién, en honor al monarca reinante, el rey Jorge IV, le dio ese nombre al lago.  Ahora hay un movimiento para que el lago retome su nombre indígena: Weereewaa, (no sé si lo he pronunciado bien) y que significa “lugar de muchas aves migratorias”.
Ya no te robare más tiempo por hoy, gracias, de nuevo, por acompañarme. La semana que viene volveré a ser de nuevo esa voz que comparte un poco de su tiempo robándote un poco del tuyo y seguiremos, si quieres, arropando estrellas. Ahora, descansa.

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