52. Nubes negras de lluvia(Puedes escucharlo en Anchor, Spotify, Googlepodcasts. Busca Arropando estrellas)

Una nube negra, en plan champiñón gigante nos impide ver el sol desde hace meses. Vivo en Sydney y las noticias sobre inundaciones a mi alrededor, meten miedo, tantas personas abandonando sus casas, perdiendo granjas, rebaños y pertenencias.

Acomódate en ese lugar en el que sueles relajarte. Respira profundamente intentando que la calma alcance cada poro de tu piel. Permíteme atraparte con mi voz. Seas bienvenido a Arropando estrellas, un podcast de Bosquina Monzón.

Desde mi casa veo una línea a la altura de mis ojos, formando otro horizonte, el de las nubes negras de lluvia, que consiguen que la ciudad se vea de nuevo como antaño, sin apenas edificios altos. Desaparecen cúpulas, grúas, reflejos, y a veces, desaparece toda la ciudad. 

La niebla, que a menudo permanece, nubla el sentido. Me asomo a la ventana y me azota la humedad pegajosa a la que debería estar ya acostumbrada, pero a la que no me acostumbro. Y no veo nada, la ciudad ha desaparecido entre un manto de niebla y lluvia que lo deja todo en un blanco sucio al que los ojos no son capaces de adaptarse. Miro a un lado y a otro y a penas veo los muros de mi edificio. Estoy sola, estamos solos todos los que vivimos en él. 

La niebla espesa me dio siempre miedo, sobre todo fuera de la burbuja de mi hogar, cuando de pronto desaparece todo lo que te rodea y dejas de ver el camino y comienzas a darte cuenta entonces, de que tienes que inventártelo, sin saber si hay algo detrás, teniendo fe para no caer en un posible abismo. Muchas veces he imaginado cómo al disiparse la niebla todo había dejado de existir, la niebla lo había engullido, no había nada, y tenía que enfrentarme de nuevo a ese concepto de la nada que antaño, en clases de filosofía, esa asignatura que nos hacía pensar y discutir sin enfadarnos con el otro, sólo esgrimiendo razones para hacernos entender, nos volvía locos, porque lo que no es no existe.

¿Y si daba un paso y caía a un abismo infinito? Aún sabiendo que para Aristóteles eso sería imposible, pues quizás flotara, pero esa sensación de vacío, de inexistencia, de olvido, que es tan difícil de explicar y de comprender, no me permitía pensar con claridad. Me molestaba esa luz que me hacía encarar mis problemas y mi vida como si no existiera nada más y me enfrentase a un juicio final sin dioses, quizás de mí misma conmigo misma. La nada, como la Fantasía de Atreyu. A veces es necesario enfrentarse a esa nada, a ese vacío que deja la ausencia de todo.

Pero entre día de lluvia y día de lluvia, hoy, en este momento, mientras escribo esto, ha dejado de llover, el cielo vuelve a ser azul a ratos y el sol calienta en lo alto cuando asoma. Volvió la luz por fin, la luz que tanto me gusta y tanto echo de menos estos días y con ella vuelve la paz a mi alma.

Respira profundamente y llena tu espíritu de calma, de amor y de gratitud por las pequeñas cosas buenas que te están sucediendo. Comparte tu alegría con el que tienes cerca. Disfruta de cada momento. Vivimos días extraños, pero la esperanza debe permanecer. La semana que viene estaré de nuevo Arropando estrellas. Te espero. Ahora, descansa.

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