A veces, sin querer, encuentro cosas que he ido escribiendo a lo largo de los años, tengo notas en el teléfono, notas en hojas sueltas, notas en libretas que no eran para eso, notas en servilletas y he perdido también muchas que no anoté, muchas frases o historias que por no tener un lápiz a mano o el teléfono cerca o por no poder usarlo, se escaparon volando de mi mente y no he podido recuperar.
Acomódate en ese lugar en el que te resulta fácil escucharme, respira profundamente sintiendo el aire entrar en tu cuerpo, atrápalo durante unos segundos y suéltalo lentamente, hazlo de nuevo e intenta relajarte. Permíteme atraparte con mi voz. Seas bienvenido a Arropando estrellas, un podcast de Bosquina Monzón.
Uno de los temas recurrentes en la literatura universal es el del paso del tiempo, la velocidad a la que transcurre, la imposibilidad del ser humano para ralentizarlo, o atraparlo, la crueldad con la que se mueve, el desastre que va dejando a su paso y sobre todo, el no poder recuperarlo.
“Cerré los ojos, y cuando los abrí, ya había pasado media vida.” Era mi frase, al encontrarla de nuevo después de varios años escondida, me sorprendió y me mostró de nuevo la realidad, esa realidad que va pasando y de la que a penas nos enteramos a veces porque ocurren cosas, porque nos pasan pequeñas cosas, a veces porque vamos soñando mientras caminamos, a veces porque sin querer no le hacemos caso.
La realidad del tiempo, la realidad de nuestro tiempo, que fluye y se escapa como si no pasara nada, como si no fuera importante, como si no fuera necesario tamizarlo.
El tiempo, ese que de pronto nos acecha y cruelmente nos muestra la realidad ante un espejo, ante una fotografía, ante un reflejo.
Pasado, presente y futuro atrapados en un segundo, en un instante en que vemos y no vemos, en que nos hacemos poesía sin serlo.
Realidad tangible e intangible que se escapa.
Memoria y recuerdo, olvido.
Y somos y no somos y de pronto dejamos de ser.
El tiempo nos devora injustamente, sin darnos tiempo, sin permitirnos respirar. Por eso es tan importante el momento, el ahora, el sentir siempre lo que haces y el ser consciente de lo que no.
Disfruta el momento, permanece en el instante, que tu mente vaya solo a donde la dejes ir, siente lo que haces, vive el presente, se feliz con las pequeñas cosas.
Gracias por tu compañía, por compartir parte de tu tiempo conmigo.
Respira profundamente y llena tu espíritu de amor y de gratitud por las pequeñas cosas que te suceden. La semana que viene estaré de nuevo Arropando estrellas. Te espero. Ahora, descansa.