55.Cerré los ojos, y cuando los abrí, ya había pasado media vida.(Puedes escucharlo en Anchor, Spotify, Googlepodcasts. Busca Arropando estrellas)

A veces, sin querer, encuentro cosas que he ido escribiendo a lo largo de los años, tengo notas en el teléfono, notas en hojas sueltas, notas en libretas que no eran para eso, notas en servilletas y he perdido también muchas que no anoté, muchas frases o historias que por no tener un lápiz a mano o el teléfono cerca o por no poder usarlo, se escaparon volando de mi mente y no he podido recuperar.
Acomódate en ese lugar en el que te resulta fácil escucharme, respira profundamente sintiendo el aire entrar en tu cuerpo, atrápalo durante unos segundos y suéltalo lentamente, hazlo de nuevo e intenta relajarte. Permíteme atraparte con mi voz. Seas bienvenido a Arropando estrellas, un podcast de Bosquina Monzón.
Uno de los temas recurrentes en la literatura universal es el del paso del tiempo, la velocidad a la que transcurre, la imposibilidad del ser humano para ralentizarlo, o atraparlo, la crueldad con la que se mueve, el desastre que va dejando a su paso y sobre todo, el no poder recuperarlo.
“Cerré los ojos, y cuando los abrí, ya había pasado media vida.” Era mi frase, al encontrarla de nuevo después de varios años escondida, me sorprendió y me mostró de nuevo la realidad, esa realidad que va pasando y de la que a penas nos enteramos a veces porque ocurren cosas, porque nos pasan pequeñas cosas, a veces porque vamos soñando mientras caminamos, a veces porque sin querer no le hacemos caso.
La realidad del tiempo, la realidad de nuestro tiempo, que fluye y se escapa como si no pasara nada, como si no fuera importante, como si no fuera necesario tamizarlo.
El tiempo, ese que de pronto nos acecha y cruelmente nos muestra la realidad ante un espejo, ante una fotografía, ante un reflejo.
Pasado, presente y futuro atrapados en un segundo, en un instante en que vemos y no vemos, en que nos hacemos poesía sin serlo.
Realidad tangible e intangible que se escapa.
Memoria y recuerdo, olvido.
Y somos y no somos y de pronto dejamos de ser.
El tiempo nos devora injustamente, sin darnos tiempo, sin permitirnos respirar. Por eso es tan importante el momento, el ahora, el sentir siempre lo que haces y el ser consciente de lo que no.
Disfruta el momento, permanece en el instante, que tu mente vaya solo a donde la dejes ir, siente lo que haces, vive el presente, se feliz con las pequeñas cosas.
Gracias por tu compañía, por compartir parte de tu tiempo conmigo.
Respira profundamente y llena tu espíritu de amor y de gratitud por las pequeñas cosas que te suceden. La semana que viene estaré de nuevo Arropando estrellas. Te espero. Ahora, descansa.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.