57.Crecen los niños.(Puedes escucharlo en Anchor, Spotify, Googlepodcasts. Busca Arropando estrellas)

Hace unos meses hablaba de mi hijo, porque era su cumpleaños, su segundo cumpleaños sin estar juntos, y mi regalo era decirle que lo echaba mucho de menos, hoy mi regalo es para mi hija, será la primera vez que no celebraré con ella su cumpleaños, y una madre, aunque sus hijos sean mayores ya, sigue echándolos siempre de menos.
Acomódate en el lugar que has elegido para escucharme, respira profundamente intentando sentir el aire que nos da vida, procura retenerlo en tu interior unos segundos y a continuación expúlsalo lentamente, repítelo de nuevo: inspira, retén el aire, suéltalo suavemente, pon tu atención en sentir cómo te vas relajando, cómo tus músculos se van soltando. Afloja los hombros, los brazos, muévelos ligeramente y siente cómo se van destensando, afloja el cuello, la cabeza, la espalda, los glúteos, las piernas, poco a poco vuelve a ti el sosiego, la calma. Permíteme atraparte con mi voz. Seas bienvenido a Arropando estrellas, un podcast de Bosquina Monzón.
Como tantas madres, he querido y quiero a mis hijos con locura. El primero siempre es más estresante, por lo menos lo ha sido para mí, todo es nuevo, no sabes si vas a conseguir que todo salga bien, las hormonas te juegan malas pasadas de las que nadie antes te había hablado, el obligarte a hacerlo todo bien, también, pero al final te acostumbras a convivir con esa nueva personita que se convierte en la alegría de tus días y en la preocupación de tus noches, y digo noches porque es ahí cuando tu mente ataca mostrándote todo lo que puedes hacer mal, pero poco a poco te vas dando cuenta de que lo has ido consiguiendo.
Cuando llega el segundo, en este caso la segunda, te das cuenta de que todo vuelve a empezar, pero esta vez te lo tomas de otra manera, ya sabes lo que hay, lo que va a ocurrir, y por suerte, los posibles errores cometidos anteriormente ya no los cometes, cometes otros nuevos, pero la vida es así y tu forma de verla también ha cambiado.
Ahora no sólo tienes una prioridad, tienes dos, y sigues intentando hacerlo todo tan bien, que sigues sin saber cómo hacerlo, pero eres consciente de que te has vuelto multitarea, ¡tantas cosas tienes que hacer al mismo tiempo! Mi hija vivía a remolque de mi hijo, la levantaba a la misma hora que él, la metía en el coche y allí nos íbamos al cole, después de dejarlo a él, venía conmigo a tomar un café, a hacer recados, a pasear con mi madre, a buscar a su hermano, a comer rapidísimo porque había que volver al cole por la tarde. Iba de aquí para allá sin decir ni mu y portándose muy bien, con sus cosas, como todos, pero que su comienzo en el mundo fue más ajetreado, más sin descanso, su vida consistía en acompañarnos en la nuestra.
De nuevo dejé de leer los periódicos, cada vez me sentía más vulnerable a lo que me rodeaba, sin entender lo malo que ocurría en el mundo, sin comprender lo malo que podía ocurrirle a los niños, a todos los niños, no solo a los míos.
Y fuimos haciendo un buen camino, y como te decía otro día, de pronto abres los ojos y ya ha pasado media vida, y ya no eres tú solo el que pone tiritas, el que consuela o el que da ánimos. Crecen los niños, y crecen rápido, más rápido de lo que creíamos, y se van alejando y van abriendo su sendero, y solo puedes sentirte orgulloso de ese sendero y de haber podido guiarlos paso a paso, siempre hacia adelante.
Nada puede detener el tiempo, ni tan solo por un segundo, sólo se puede recordar y hacerles sentir que no caminan solos, que seguimos velando su sueño. No podré hacerle su tarta de cumpleaños, pero la ayudaré, de lejos, a soplar sus velas.
Gracias por acompañarme durante estos minutos, espero haberte hecho olvidar la monotonía del día. La semana que viene, estaré de nuevo Arropando estrellas. Te espero, ahora, descansa.

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