44.Comenzaba de nuevo a obsesionarme.

Comenzaba de nuevo a obsesionarme. Mi mente no me dejaba ni un solo momento de tranquilidad, quería saber, necesitaba respuestas y mi cerebro las buscaba de una manera tan continuada que a punto estaba de volverme loca.

Cada vez me resultaba más difícil permanecer pegada a mi ordenador, no quería que nadie pudiese entrar en él, así que cambié todas mis claves, pero en casa la red era la misma para mi que para Alfonso. ¿Y si estaba viendo la pantalla de mi ordenador desde el suyo? Sabía que esas cosas eran posibles para cualquiera que supiese de informática y tuviese interés en observar lo que hacían los demás. No era mi caso, nunca había sentido la necesidad de saber  lo que hacían todos los que estaban a mi alrededor. Yo era de las ilusas que aún creía en la privacidad. Aunque no hicieses nada malo desde tu máquina, ¿por qué iba a tener que verlo todo el mundo? ¿Acaso no podíamos tener en nuestras vidas parcelas reservadas sólo para nosotros? A veces me daba la impresión de que muchas personas soñaban con ser dioses, con manejarlo todo desde su ordenador  y saber lo que hacían los otros. El que alguien pudiese entrar en mi pantalla, ver en lo que trabajaba o saber lo que había hecho, conseguía que me obsesionase cada vez más, no me gustaba la sensación de sentirme espiada. Cuando metías tus narices en la privacidad de los demás podías encontrarte con algo que no te gustaba, y eso no significaba que fuese algo malo. Recordaba los exámenes del instituto, incluso los de la facultad, como el profesor estuviese detrás de mi mirando mi examen, me bloqueaba y automáticamente dejaba de escribir. ¿Por qué esa necesidad de saber? antes o después iban a ver y leer mi examen, ¿No podían esperar a saber lo que había escrito? Necesitaba autonomía, necesitaba sentirme segura haciendo mis cosas. Siempre me había gustado pasar desapercibida, y las cosas que uno hacía en la intimidad no necesitaban de espectadores. El que no me gustase saber que me espiaban no significaba que sintiera que estaba haciendo algo malo. Era mi ordenador, mi tiempo,  siempre había ido con la verdad por delante, ¿por qué sentía que tenía que esconderme?

Era consciente de que Alfonso y Martina vigilaban mis pasos, comenzaba a descubrir miradas cómplices entre ellos, alguna vez los había pillado intentando entrar en mi ordenador y me había hecho la despistada aún sabiendo que antes o después acabaría en sus manos. ¿Cuánto iba a durar esta situación? Sergio pretendía alargarla lo máximo posible hasta descubrir cuál era el plan sin llamar la atención, había demasiado en juego. No sabía si sería capaz de resistir este asedio durante mucho tiempo. En casa, lo único que conseguía relajar mi espíritu era escuchar música, ¿cuántas veces había escuchado los temas de Pablo Alborán? no podría decirlo, sus letras tenían algo que me atrapaba. ¡Cómo deseaba encontrarme de nuevo con Sergio!

 

2 comentarios sobre “44.Comenzaba de nuevo a obsesionarme.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.