47.Salía tarde de casa

Salía tarde de casa, al abrir el portal el frío sacudió mi cuerpo y un mal presentimiento nubló mi mente. Caminé aprisa hasta llegar al coche, entré y puse el seguro de las puertas, cerré los ojos intentando relajarme y dejé que el aire saliese lentamente por mi boca. Sentí que algo tapaba la luz a mi lado al tiempo que alguien golpeaba el cristal. Se aceleró mi corazón, abrí los ojos y vi la cara de mi jefe que sonreía a mi lado. Bajé la ventanilla temblando aún.

-Qué susto me has dado, Javier. ¿Qué haces por aquí?

-Yo también me alegro de verte.

Lo miré y comenzamos a reír los dos.

-Me has asustado, no sé, perdona, estoy un poco susceptible aún. ¡Pero qué susto! ¿A dónde ibas? ¿Quieres que te lleve?

-¿Adónde ibas tú? Puedo acompañarte o podemos tomar algo juntos.

-Lo siento, pero ya quedé y llego tarde.

-No te preocupes, en otra ocasión. Ve, anda, ve. Mi intención era pasear un rato. Nos vemos en otro momento. Lamento haberte asustado.

Nos dimos un par de besos y me fui aún temblando. Aparqué cerca del bar que había en la playa. Salí del coche y el frío invadió de nuevo mi cuerpo, cerré la chaqueta encogiéndome como si eso fuese a eliminar la humedad. Comencé a caminar mirando a los lados, pendiente de ver a Sergio. El mar estaba bravo, me paré a observarlo, pese a todo seguía transmitiéndome paz, cerré los ojos y aspiré con fuerza para llenar mis pulmones de aire renovado, limpio, puro. Parecía increíble cómo su olor, su música, aquietaban mi espíritu. Unos brazos fuertes estrecharon mi cintura desde atrás, al tiempo que un escalofrío envolvía mi cuerpo.

-Hola preciosa. ¡No sabes cómo te echaba de menos! -La cálida voz de Sergio acariciaba mi oído. Abrí los ojos y me giré para poder abrazarlo, sentí su calor. Liberé mis brazos de su cuerpo y busqué su pelo con mis dedos. Esta vez fui yo la que besó primero. Mi alma intentando arrancar su alma, mi pecho buscando fundirse en su pecho. Sus manos deslizándose por mi cuerpo. Pasaron segundos, minutos… horas tal vez.

-Tranquila, cariño.- Asió mis manos separándolas de su pelo, deshaciendo el abrazo. -Perdona pero no estamos avanzando nada. Hay que seguir teniendo cuidado, aún no vimos nada raro. Tienes que estar preparada, en cualquier momento actuarán. Procura no volver a quedarte sola con Alfonso.- Dí un respingo hacia atrás.

-¿Cómo sabes eso?

-Para poder estar seguros de que no corrías peligro hemos alquilado la casa de enfrente, y vigilamos con teleobjetivos día y noche.

-¿Cuándo pensabas contármelo?- Enfadada me dirigí hacia donde había aparcado.

-Talara, por favor. Cuanto menos sepas de lo que estamos haciendo menos peligro corres.

Me apresuré hasta llegar al coche, entré, de nuevo cerré por dentro, arranqué y me fui sin mirar atrás. Su voz protestando se confundió con el rugido del mar.

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