Después de lo que había pasado iba caminando por la calle como en una nube. Mi cuerpo a penas pesaba, era ligera como el aire, mágicamente flotaba. Me sentía como debían de sentirse los actores en las películas de acción modernas, en las que, sujetos por arneses invisibles a los ojos del espectador, pegaban unos saltos y piruetas a cámara lenta, como si sus cuerpos fueran etéreos, o tuviesen algún tipo de gas que los mantuviera en suspensión. No era capaz de pensar en otra cosa que no fuera él. Mi cara y mi sonrisa de oreja a oreja me delataban. Me quería, pensaba en mi. Nuestra historia aún podía tener continuación, podía tener un final feliz. Después de todo este tiempo separados en el que yo no fui capaz de acercarme a ningún hombre con afán de ligármelo, había tenido mi recompensa: me seguía queriendo. ¡Yupi! ¿Pero en qué momento me había vuelto estúpida? Él seguía a miles de Kilómetros de distancia, sin saber, suponía, si renovaba su contrato o no, y yo aquí, trabajando y sin poder irme con él, con esta crisis no podía arriesgarme a perder mi trabajo. Después de todo, aún no había vuelto a tener noticias suyas. ¿En qué estaba pensando? Podía estar jugando conmigo. No, no era de ese tipo de hombres a los que les encantaba tener a más de una mujer pendiente de ellos, no, o por lo menos eso creía. ¿Por qué tenía que estar dudando de él? ¿Por qué siempre tenía que poner en duda que sus acciones fuesen sinceras? Estaba loquita por él, no podía negarlo, y aunque todo indicaba que él sentía lo mismo por mi, mis inseguridades me mataban. Tenía que darle una oportunidad, tenía que pensar que no habría tenido tiempo a llamarme, al fin y al cabo, la diferencia horaria era significativa: 8 horas eran 8 horas. Debía darle un margen de confianza: si en cinco minutos no me llamaba…. Noooooooo. ¡Era broma! Si en dos o tres días no me llamaba…., si en dos o tres días no me llamaba ¿Qué? ¿Qué iba a hacer? Aún no lo había pensado. Hummmmmmm:
•Cambiaría de número de teléfono, de casa, de trabajo, por aquello de que no pudiese encontrarme nunca.
•No respondería a sus llamadas ni le abriría la puerta.
•Me enfrentaría a él y se lo diría clarito.
No sabía, dudaba, pero había decidido darle una oportunidad y me tocaba esperar de nuevo. Esperar, siempre esperar.
1001 – Great!!!